—Ay, Lourdes… qué susto.
—¿Qué hacías espiando en la pieza de Gabriela?
Pamela supo que no tenía sentido negarlo, seguramente la habían visto por el espejo.
—La que debería hacer preguntas soy yo —se fijó que Lourdes tenía levantado el vestido. Al estar tan cerca de ella la concha le había quedado justo por delante de los ojos—. Mirá… estás toda mojada —pasó dos dedos entre los labios vaginales, quedaron llenos de flujos—. Vi como esa chica te metía los dedos mientras te besaba el cuello. ¿Acaso ahora sos lesbiana?
— ¿Te acordás cuando hablamos de qué se sentiría ser lesbiana? Sí, sé que te acordás… por eso me estás tocando la concha con tanta naturalidad. —Pamela se quedó quieta, mirando a Lourdes a los ojos, sin apartar su mano. Algo había cambiado en la actitud conservadora de su am
