Llegó el lunes y cada uno comenzó con sus actividades semanales, trabajos y estudios, eso ayudó mucho a que no hubiera tantos encuentros en la casa; pero la cena fue silenciosa y tensa. Mi madre encendió el televisor y puso algún programa local para que al menos hubiera algo con lo que distraerse. Apenas pude me retiré a mi cuarto para no caer en la tentación y cometer alguna locura. Al estar otra vez sola en mi pieza vinieron a mí todos los recuerdos sexuales, que tan frescos estaban en mi mente. No tuve más alternativa que quitarme el pantalón y la tanga para comenzar a masturbarme. Las fantasías que se apoderaban de mi cabeza me daban tanto miedo como placer. Me imaginé a mí misma montada sobre la v***a de mi papá... y luego aparecía mi tío Henry, me agarraba de los pelos y me hacía