Sabía que mi mamá en realidad estaba jugando conmigo. Ella pudo notar lo mucho que estaba disfrutando del “castigo anal”, y sin dudas sabía que el mayor castigo para mí sería detenerlo. No me quedó más opción, no podía argumentar contra ella sin quedar como una completa pajera. Valeria retiró el consolador de mi culo, yo sentí como un efecto ventosa en mi retaguardia, y eso me dio aún más placer. Dejé de masturbarme y me quedé ahí unos segundos. Mi familia quedó en completo silencio. Sabía exactamente lo que estaban mirando. Deberían tener una vista perfecta de mi concha totalmente mojada, y de mi culo bien dilatado, prácticamente con el diámetro del desodorante. Me sentí incluso más humillada que antes, mi propia familia me estaba viendo con el culo roto… pero el morbo que me embriagó e