Después de darme una buena ducha, salí del baño con tan solo una pequeña toalla que envolvía mi cuerpo. Alcanzaba para tapar mis pezones y mi concha, aunque bastaba con que me agachara un poquito para que se me viera todo. Tenía ganas de sentirme libre, al menos por un ratito, supuse que a nadie le iba a molestar. Fui hasta la cocina y me serví un buen vaso de jugo de naranja con hielo ante la mirada atenta de Valeria y Magnus. Ellos estaban jugando a las cartas; pero obviamente no era strip póker. —¿A qué juegan? —Les pregunté, mientras caminaba hacia ellos. —A la canasta —respondió mi hermana. —Uy, que lindo. Hace mil años que no juego a la canasta. ¿Puedo participar? —Em… sí, pero solo si te vestís —dijo Magnus. —¿Ahora me vas a decir que te molesta verme así? —No, no… no me moles