Por breves lapsos mentales era consciente de que mi desnudez era total, no había absolutamente nada que cubriera mi intimidad y que los hombres que me observaban eran mis mejores amigos pero rápidamente buscaba ignorar todo esto y buscarle el lado divertido al asunto, al fin y al cabo seguía siendo un jueguito entre amigos. Fede se arrimó a mí de tal forma que su grueso pene quedó perfectamente encajado entre mis labios vaginales, me asusté un poco porque estuviera tan cerca de una zona peligrosa pero ya había permitido a Iván hacer algo parecido, no podía negarme. Sus grandes manos envolvieron mis pechos y los presionaron levemente como si se tratara de un amante, pero hasta en sus toqueteos podía sentir su intención amistosa. ―No me imaginara que tus tetas fueran así de firmes –me dijo