Configuró el cronómetro de su reloj pulsera en siete minutos mientras Magdalena se daba la vuelta ofreciéndole su retaguardia. El empresario sentía su ego crecer a cada segundo, había conseguido que una hermosa jovencita se dejara follar por él el mismo día en que la conoció. Apuntó su m*****o hacia la jugosa caverna y cuando sintió la calidez sobre su glande, lo introdujo. Ella abrió sus nalgas empleando ambas manos y aguardó por la primera embestida. Ésta fue suave pero profunda, de a poco Adam aceleró el ritmo, quería aprovechar al máximo el poco tiempo que había comprado. El golpeteo constante de sus muslos contra las nalgas de la muchachita resonaba en toda la habitación, Magdalena se dio cuenta de que el hombre lo hacía muy bien, mucho mejor de lo que ella esperaba. No se había exci