Pensé que mi hermano estaba siendo poco creativo, eso del baile ya se había hecho dos veces, aunque no entre mi tío y madre. Supuse que se quejarían por su idea (mejor dicho, la falta de una), pero Henry, con una amplia sonrisa, demostró que estaba dispuesto a hacerlo. Mientras la pareja de bailarines se acomodaba en la improvisada pista, me di cuenta de que esta vez me tocaría ver todo de frente y sabía que ésta no era la mejor posición para mirar este tipo de bailes. De inmediato tomé mi vaso con vino algo caliente y fui hasta la cocina con la excusa de buscar hielo. Escuché a mi tío pedir algo “movidito” para el baile. Regresé justo cuando la música comenzó a sonar y para no interrumpir me senté en una silla de la otra mesa de la sala, la que usábamos para cenar. Sabía justo cómo deb