Narra Ethan
No pude quitarme de la cabeza la imagen de Astrid atada a la cama durante todo el día siguiente.
Quería follarla. No puedo decirlo de otra manera. Quería deslizar mi grueso pene dentro de su coño, manteniéndola atada así, pero no me lo permitía. Todavía no, al menos. A ella le gustó. Me di cuenta de que le gustaba. Tan pronto como puse mi mano cerca de su coño, pude sentir su calor y prácticamente saborear su coño húmedo. Ella se retorcía por eso todo el tiempo, y ni una sola vez pensé que la estaba presionando demasiado. Fue una pequeña y simple nalgada, pero me di cuenta de que nunca antes la habían atado así.Normalmente no hago eso con las mujeres. Es cierto, tengo una cosa por el control, pero no se lo muestro a la mujer promedio que traigo a casa. Pero con Astrid, sé qu
