Capítulo CUATRO

1815 Words
11 de octubre, 2020 El cuerpo me pesa, las piernas me duelen y mi cabeza parece querer explotar. Otro día más aquí, sin tener noticias de nada, sin saber cómo están mis padres, sin saber siquiera que día es y no puedo dejar de pensar en él, mi Fran ¿Qué estará haciendo ahora? La puerta de la habitación se abre dejando entrar la luz del pasillo, entrecierro los ojos al sentir molestia por eso. — Señorita Alexa ¿Por qué está a oscuras? Son las tres de la tarde y el sol esta radiante. — ¿Qué más da? Aquí encerrada no puedo apreciarlo. La escucho suspirar y moverse por la habitación, toma los pijamas sucios y deja unos limpios, abre las cortinas dejándome ver que el cielo esta hermosamente azul haciéndome pensar en los ojos de papá, cuando me miraba con diversión o felicidad, pues cuando hacia algo que lo molestaba estos se tornaban más claros. » ¿Puedes traerme algo para el dolor de cabeza? — pido en un susurro. — ¿Se siente mal? — ¿Y qué te parece? — respondo de malhumor. A veces intento ser amable con ella, pero simplemente no puedo, pues no logro comprender como es que esta aquí por voluntad propia. — Enseguida le busco algo, señorita. Sale de la habitación y ya no escucho atenta a ver si pone o no el seguro, siempre lo hace. Nunca se olvida. Estoy cansada. Las ideas que planeaba de buscar una salida, de querer escapar simplemente ya no surgen, es que ¿Cómo podría salir de un lugar que no tiene salida? No sé cuánto tiempo llevo sin moverme de posición, en cualquier momento la cama quedara con mi figura marcada, pues no me muevo para nada. Solo volteo la almohada cuando ya está demasiado húmeda por mis lágrimas. La puerta vuelve a abrirse, pero no me volteo, sé que es Eda. » Tome — habla cerca de mí y con dolor muscular de estar tanto tiempo acostada, me siento. — ¿Qué es esto? — digo mirando el pantalón de masilla gris y la camiseta blanca que lleva en la mano. — Hablé con el patrón, le pedí permiso para llevarla al jardín, creo que necesita caminar un poco y tomar aire fresco. Mis ojos se abren de par en par y me quedo esperando a que me diga que es una broma, pero no dice nada, solo sigue extendiéndome la ropa, la cual tomo enseguida y con algo de dificultad me voy al baño. Al salir, me coloco las zapatillas que están sobre la cama y un intento de sonrisa se asoma en mis labios. Aire. Voy a sentir el aire. » Por favor, no haga nada estúpido o no le darán más permiso de salir de la habitación. — Asiento ansiosa mientras me apoyo en su brazo para caminar, realmente estar en la misma posición todo este tiempo ha hecho que mis músculos se atrofien. Bajamos las escaleras y caminamos por un pasillo que nos lleva a la cocina, aprovecho para observar todo el lugar, ahora que tengo la posibilidad de salir, también puedo buscar la manera de escapar, pero tengo que estudiarlo bien, no puedo perder esta oportunidad, no lo puedo arruinar. Salimos por la puerta que está en la cocina y da directamente al jardín. Suspiro profundo cuando el aire me golpea y quedo embelesada al ver lo perfectamente arreglado que esta, pequeños arbustos y rosales por todas partes, flores de todo tipo y las únicas que llaman mi atención son las margaritas, tan simples y lindas. — ¿Quién mantiene esto tan… vivo? — pregunto con la intención de ir a olisquear las flores. — El jardinero — responde como si fuera algo obvio y pues si ¿Qué delincuente tendría tiempo para arreglar el jardín? Camino disfrutando el aroma que largan todas las plantas hasta que llegamos a un pequeño banco que está en el centro, el aroma floral hace que todo sea tan perfecto que por poco me olvido de que estoy en cautiverio. Pero no todo lo lindo dura para siempre. — Pero miren a quien tenemos aquí — el solo hecho de escuchar su voz me irrita — la pequeña ratita salió de su escondite. — bufo molesta, pero lo ignoro. — Eda, tráeme un refresco — exige y la mujer que venía conmigo sale disparada hacia adentro. Observo a mi alrededor, hay varios hombres armados a la distancia, el muro sería imposible de pasar sin una escalera, pero hay una entrada, pequeña y discreta por donde en este momento entran dos mujeres, la entrada de servicio. Sonrío al ver una posibilidad, por más pequeña que sea, es una posibilidad y debo de estudiar cada movimiento bien si quiero huir. » ¿Realmente crees que podrás salir por ahí? — vuelve a abrir su boca llamando mi atención, lo miro con el ceño fruncido y veo que me mira divertido. — ¿De qué hablas? — me hago la desentendida. — Oh, por dios ratita ¿me crees idiota? Se perfectamente que por tu cabeza pasa la idea de escapar y lo único que ves como una posible salida es la puerta de servicio. — intento no hacer ningún movimiento, ningún gesto para que no me descubran, pero el muy imbécil ya lo hizo. — No he intentado escaparme en lo que llevo aquí ¿Qué te hace creer que quiero hacerlo? — El que no lo hayas intentado aun, no quiere decir que no quieres hacerlo y ahora que mi hermano te dio luz verde para pasear por el jardín las estúpidas ideas crecerán en esa hueca cabecita — dice burlándose mientras golpea mi cabeza como si golpeara una puerta. Le doy un manotazo y me levanto del banco para alejarme de él, me irrita que me haya descubierto tan fácil, pero no por eso voy a desistir, así me lleve una semana, un mes o un año planearlo, voy a encontrar el momento y me iré de aquí, volveré a casa, con mamá, con papá… con Francisco. Parada frente a las margaritas, la voz de Eda llamándome hace que voltee y observe el vaso que me extiende, la miro y sin necesidad de preguntar me responde que es limonada. Hace calor y mi garganta está seca, por lo que acepto con gusto y regreso mi atención a las flores. — ¿Te gustan las margaritas? — ¿Todavía sigues aquí? — la pregunta sale con fastidio de mi boca provocando una leve risa en aquel loco. — No quiero que me extrañes, ratita. — responde. — No te preocupes, puedes morirte que yo seguiría mi vida con normalidad. — Con normalidad, pero encerrada — ahora no solo su voz me irrita, su presencia me enferma y no me doy cuenta de que arranque una pobre flor y la estruje en mis manos. — yo que vos, dejo esas flores, pero como no soy vos, has lo que quieras — dice riendo mientras se aleja. — ¿Qué quiso decir? — pregunto a Eda y me mira preocupada. — Señorita, esas son las flores más cuidadas del jardín, si el patrón la ve arrancando y dañando esa planta… — ¿Qué? ¿me matara? — pregunto en tono de burla, pero su rostro serio me dice que eso puede pasar. … Recostada sobre el fresco y verdoso césped, observo el cielo despejado y perdí la noción del tiempo, por un momento imagine que todo esto es solo un estúpido sueño, que, al levantarme del suelo, estaría en casa, esperando a Francisco o en clases de cocina. Sonrío al recordar las dichosas clases, quise aprender a cocinar para ser la esposa perfecta, dedicada y amorosa, ser lo que Fran deseara, pero por más que intente, jamás logre hacer siquiera arroz blanco, aun así, a él jamás le importo, porque me ama a mí, con mis imperfecciones y todo, me ama. Las lágrimas resbalan por el rabillo de mis ojos y caen lentamente al césped, es hora de volver al cautiverio cuando Eda se asoma interrumpiendo mi vista y suspiro al recordar que no es un sueño. Regresamos adentro y como por arte de magia, los malestares regresan, el dolor de cabeza y mis músculos atrofiados no se hacen esperar. Cruzamos la cocina donde hay dos mujeres charlando con alegría y al verme, ambas se quedan serias y me miran con pena. — Hoy cenaras en el comedor — la voz de la bestia hace que me recorra un escalofrío de pies a cabeza y no digo nada, ni lo miro, lo ignoro siguiendo mi camino. — te quiero puntual en la mesa. — es lo último que dice antes de azotar una puerta. La voz de Eda se escucha a mis espaldas —No haga… — Nada estúpido — la interrumpo — Lo sé. Vuelvo a la habitación y me doy un baño, al salir y encontrarme sola, tomo el lápiz y el cuaderno que Eda dejo hace unos días y comienzo a dibujar lo que recuerdo y a hacer pequeñas notas de recordatorio, todo lo dejo anotado para no olvidar nada y ser capaz de estudiar bien mi plan de escape. Escucho el seguro de la puerta ser retirado y rápidamente escondo el cuaderno bajo el colchón, no exagero cuando digo que debo ser discreta y si alguien ve una sola nota, sabrá mis intenciones. — Estas lista — dice Eda sonriente mientras yo trato de serenarme. — Si — respondo lo más normal que puedo y la sigo. Al llegar al comedor, veo que la bestia ya está sentada en un extremo de la mesa, sus ojos puesto en el teléfono que tiene en mano y solo hace una seña para que tome asiento, miro a Eda, quien asiente y me escolta al asiento que está a la izquierda del ¨patrón¨. — Definitivamente creo que el apodo de bestia le queda mejor. — ¿Cómo dices? — habla y me doy cuenta de que ¨pensé¨ en voz alta. - - - - - - - - - - NOTA: Comenzamos el segundo mes del año y también con las actualizaciones diarias !YUJU! Mi idea es que el libro concluya a fin de mes y actualizar capítulos dobles los fines de semana siempre a las 20hs (horario ??). Solo espero sea de su agrado y le den cariño a mi nueva historia (agréguenla a su biblioteca, comenten y si quieren regálenme uno que otro boleto lunar ?) como siempre digo, no soy experta en esto y tengo muchos errores que a medida que voy aprendiendo voy corrigiendo. nuevamente gracias a los que me leen y si quieren y pueden les agradecería que compartan en redes para que mas personas le den una oportunidad. gracias, los amo ♥ Nos leemos pronto!
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