Deseo oculto
Narra Ismael
Estaba totalmente jodido. En lugar de estudiar los cuadros y gráficos presentados profesionalmente por mi pasante, Emma Herrera, me preguntaba si sus senos llenarían mis manos si los ahuecaba. ¿Sus pezones se fruncirían y sabrían a frambuesas en mi lengua?
—¿Ismael?—levanté la vista desde donde mis ojos habían estado comiéndose con los ojos sus hermosos senos, para verla mirándome con sus grandes ojos azules redondos. Me moví incómodamente porque mi pene estaba muy duro. Estaba seguro de que asomaba por la cintura de mis caros pantalones italianos.
Una ceja rubia estaba arqueada—¿Qué opinas?—preguntó, ella se encontraba de pie solo en lencería. Un modelo que ella misma había diseñado.
Estaba pensando que quería inclinarla sobre mi escritorio y follármela hasta que se me cayera el pene. pero en cambio me aclaré la garganta.
—Se ve bien, Emma— internamente me estremecí. Estaba bastante seguro de que sabía que la estaba mirando con los ojos y mi comentario podría interpretarse como acoso s****l.
Ella sonrió.
—Estuve despierta toda la noche trabajando en esto.
Ella pensó que estaba hablando de su proyecto. En realidad no estaba seguro de que fuera bueno. Sabía que era inteligente y trabajadora, así que no podía imaginar que su trabajo fuera otra cosa que aceptable. Pero como mentor de su pasantía, se suponía que debía darle comentarios constructivos.Desafortunadamente mi cerebro era completamente incapaz de formar algo remotamente relacionado con los negocios.
—¿Puedes disculparme un minuto, Emma?—cerré mi saco mientras me levantaba de la silla y me giraba para que no pudiera ver mi erección. Había estado lo suficiente en vestuarios para saber que Dios era muy generoso conmigo al repartir p***s. Fue una bendición y una maldición. Una bendición porque el ajuste más apretado hizo un mejor orgasmo tanto para la mujer con la que me estaba follando y para mi. Una maldición, porque no había forma de ocultarlo cuando llegaba a la plantilla completa en momentos inaceptables, como ahora.
Entré al baño privado en mi oficina y cerré la puerta—¿Qué diablos te pasa?—me miré en el espejo, preguntándome cuándo me convertí en el cliché de hombre mayor que deseaba a su pasante. No es que no pudiera conseguir a la mujer que quisiera. Podría tener treintasiete años, pero tenía aun buena apariencia física y un impulso s****l voraz y, como mencioné, un pene enorme. El hecho de que yo fuera asquerosamente rico tampoco dolía.Mi dificultad para tratar con Emma era doloroso. Mi deseo de follarla estaba mal en muchos niveles, el menor de los cuales porque ella era mi pasante. Mi junta me despediría en un segundo si descubrieran todas las formas en que había imaginado follando con ella. El mayor problema con esta lujuria enloquecedora era que Emma era la hija de mi mejor amigo. Su padre me ayudó a sobrellevar mi dolor cuando mi esposa murió inesperadamente hace cinco años en un accidente automovilístico. En el momento de su muerte, nuestra empresa Dulce Fantasía tuvo un éxito inicial, también estaba estancada. El padre de Emma también me ayudó a cambiar eso y ahora era la compañía número uno en la industria de lencería y juguetes para adultos. Admiraba y respetaba a este hombre. Era solo una década mayor, pero se sentía casi como un padre. Mi estómago se revolvió ante la idea de que querer follar a su hija era una traición hacia él. La lujuria que siento hoy no es nada nuevo. La he deseado desde la primera vez que la conocí hace cuatro años cuando solo tenía 19. Sabía que sería difícil guiarla este año debido a mi atracción por ella. Durante la mayor parte del año, pude asignarla a otras áreas del negocio. Pero para este último trimestre, pidió trabajar conmigo. Debido a mis sentimientos de gratitud por su padre, acepté. Y esto fue a lo que me llevó, pensé mientras me bajaba el pantalón, liberando mi grueso pene—.Eres un maldito idiota— me dije a mi mismo. Tomé una botella de lubricante sin perfume de debajo del fregadero y luego me dirigí al inodoro, poniendo la tapa.
Abrí el lubricante, apretando un poco mi mano y tirando el tubo al fregadero. Envolví mi mano alrededor de mi pene, siseando al sentir el lubricante húmedo y frío. Empecé a acariciar mi pene, moviendo mi pulgar sobre el borde.
Cerré los ojos y fui a donde no debía dejar ir a mi mente. Emma de rodillas mirándome con esos grandes y hermosos ojos azules. Sus labios en forma de arco de cupido forman una O lo suficientemente grande como para caber en mi punta—.Joder, sí— la imagen envió una chispa desde mis bolas hasta la punta de mi pene. Apreté mi agarre, mientras mi mano trabajaba en mi pene, haciendo sonidos resbaladizos mientras acariciaba más rápido—.Muéstrame tus senos—sus pechos estaban desnudos, cremosos con pezones rosados, y mi pene no podía soportarlo más—.Joder, Emma—disparé mi corrida, acariciando hasta que mi pene estuvo vacío y pudo caber en mi pantalón nuevamente. Me quedé allí mientras el placer de la liberación fue reemplazado por la repulsión—.Solo seis semanas más— me dije mientras agarraba una toalla para limpiarme el semen que se había escapado del inodoro. Me lavé las manos y luego me abroché el pantalón. Me miré en el espejo de nuevo—¿Quién diablos eres?—me encantaban las mujeres y el sexo desde que encontré la revista de chicas de mi padre cuando tenía trece años y luego me follé a la secretaria de mi padre cuando tenía dieciséis. Jesús, yo era como él, excepto que era viudo y mi padre se había divorciado tres veces, y sin duda buscaba la esposa número cuatro.¿y yo ? Ya terminé con el matrimonio. No tenía nada en contra de eso. Valeria y yo tuvimos un buen matrimonio, pero solo porque teníamos nuestras prioridades en su lugar; construir un negocio rentable y tener mucho sexo creativo. Y vaya que lo hicimos. Cuando ganamos suficiente dinero para mudarnos en un apartamento lujuso ella modelaba la lencería o probabamos un juguete. Era fantástico. Volví a la realidad. Emma todavía seguía en la oficina—.Ella es la hija de Henry— me recordé. Nunca podría volver a mirarlo a los ojos si lo hiciera con su hija. Enderecé mi corbata y peine mi cabello oscuro hacia atrás con mis dedos, me preparé para encarar a Emma—.Mantén la calma, Ismael.
Abrí la puerta y salí a mi oficina. Eché un vistazo a Emma quien todavía estaba en lencería y mi pene volvió a la vida, completamente inclinada.
Nota: Historia erotica, diferecia de edad y lenguaje vulgar y explícito.