Esperando que el alfa dominante volviera de su ronda para ir juntos a negociar con el príncipe heredero, Andy se encontraba colgando su ropa limpia y mojada, la cual pudo lavar fácilmente gracias al lavadero que Drake hizo para él, siguiendo su diseño.
Aquel gesto había tomado por sorpresa al pequeño humano, con lo ocupado que se encontraba el alfa dominante preparando el invernadero y verificando que los corrales para los animales estuvieran en perfectas condiciones, Andy sinceramente pensó que se olvidó de su pedido.
Pero no lo hizo, y cada noche que se quedó tercamente cerca de la casa, dando sus rondas, trabajó en ello.
¿Quién iba a pesar de que aquel hombre tendría un lado tan atento? Andy definitivamente no lo había esperado, pero tenía que admitir que... Le gustaba.
Lo cual, sabía que no era exactamente una buena señal, en sí, Andy había recibido tantas señales hasta el momento que le advertían que debía de tomar distancia sí quería evitar caer otra vez en ese tonto espacio del enamoramiento, que cada vez estaba siendo más consciente de la presencia de Drake a su lado, viéndolo como un hombre y no como su jefe.
Pero, ¿cómo actuaría de forma profesional cuando ni el mismo Drake lo hacía? Ese afán por cuidarlo y proporcionarle absolutamente todo lo que necesitara no era algo que un jefe haría, así como esa necesidad por protegerlo. Sí, desde un principio el alfa dominante había mostrado señales de todo eso, pero no al grado en que se encontraba ahora.
Tras haber sido herido por el idiota de Russell en un ataque de envidia, y luego por uno de los seguidores del círculo interno, Drake parecía una sombra, siguiéndole a todos lados y protegiéndole, sin saber lo que su constante atención y preocupación estaba causando en el pequeño humano.
—Solo es un tipo que quiere cuidar al único humano que realmente se toma en serio su papel por ayudar a la manada Andy, no deberías de tomarte en serio cualquiera de sus acciones o palabras —se dijo así mismo.
Terminando de colgar su ropa, Andy se encontró con algunas mujeres y omegas observando con curiosidad su lavadero tan cómodo y práctico, ya que en vez de ser solo un rectángulo en el cual verter agua para lavar, el del pequeño humano estaba dividido en dos cuadrados, donde uno tenía una rugosa tabla con relieves que le servía para restregar la ropa y lavarla, mientras en el de al lado, había uno para enjuagar.
Por supuesto tan pronto como se percataron de que Andy las observaba, todas se apartaron, a excepción de un hombre más joven, con las indudables características de un omega.
—¿Como...? ¿Donde...? —pronunció el joven hombre sin poder formular la pregunta.
—Es un lavadero, por este lado paso mi ropa sucia restregándola en la tabla para quitarle la suciedad, mientras que por el otro la enjuago. Es mucho más fácil que lavarla a mano y no me deja tan cansado —explicó.
El joven omega observó sus manos de forma pensativa y luego el lavadero de Andy.
—Puedes usarlo si quieres, ya terminé de lavar mi ropa y mis compañeros no están —ofreció.
Instintivamente, el cambiaformas negó y luego observó a su alrededor de forma dudosa.
—¿Puedo? ¿Realmente?
—Es todo tuyo —aseguró.
Pero el omega en vez de decir algo, solo se fue corriendo. Observándolo desaparecer, Andy suspiró y empujó sus lentes, sintiéndose solo un poco decepcionado de no haberle podido convencer.
Entrando la canasta de mimbre en la cual había reunido para colgar su ropa, Andy calentó un poco de agua cuando observó a través de su ventana abierta, como el mismo hombre había vuelto con un canastillo en un brazo y sosteniendo la mano de un pequeño en la otra.
Saliendo de la casa, Andy cruzó el jardín delantero y abrió la pequeña puerta en la cerca.
—No te preocupes, mis compañeros no están aquí —aseguró—. ¿Tienes jabón? Te ayudará a lavar más fácil la ropa.
—Sí, me queda un poco.
Asintiendo, Andy guio al joven omega hasta su lavadero y le enseñó como usarlo.
—JJ, respira por la boca —indicó el cambiaformas tras escuchar al pequeño toser.
—¿Es tu hijo?
—Es mi sobrino, lo cuido mientras mi hermano y su pareja ayudan con el invernadero. Supuestamente eso hará que crezcan cosas para comer —contó.
—No te ves muy seguro de ello —percibió.
—Desde que estaba el antiguo líder que no se ha podido cultivar nada, no sé cómo es que hacer una especie de casa para ello logrará que suceda —expresó.
—Con el invernadero listo volveremos la tierra apta para cultivar, y luego la llenaremos con fertilizante para que las verduras y frutas nazcan más rápido y resistentes, y además mantendrá a los animales salvajes fuera para que no las roben. La estructura ayudará para cultivar incluso en temporada de invierno, porque mantiene alejado el frío —explicó observando al pequeño que seguía tosiendo.
—Espero que funcione, ellos están ayudando porque vieron a Bud hacer lo mismo —suspiró—. ¿Por qué miras tanto a JJ?
—Lo lamento, no me gusta como suena su tos —explicó dirigiendo su mirada al omega.
Dejando de lavar, el hombre lobo observó a su sobrino.
—Ayer no era tan malo, ahora pareciera que intentara ladrar cada vez que tose —se lamentó.
—Tal vez un poco de agua le ayude, ¿quieres también? —ofreció.
El joven omega le observó con desconfianza.
—¿Qué quieres a cambio?
—Nada, solo es agua fresca, no te voy a pedir nada por algo que puedes conseguir por tu cuenta —expresó encogiéndose de hombros.
—Uhm... Me llamo Valen.
—Y yo Andy, iré por agua y algo que ayudará a tu sobrino con la tos.
Alejándose antes de que Valen pudiera negarse, Andy se internó en su casa y preparó una limonada para el omega, y luego revisó entre todas las plantas medicinales que había recogido, eligiendo finalmente por romero y menta, que lo ayudarían con esa fea tos, y le preparó un té con ellas. Como sabía que tal vez no tendría un sabor agradable para el paladar de un niño, cogió un dulce de su escondite secreto y salió. Entregándole el vaso a ambos, rió ante la expresión confusa del omega.
—Esto es ácido, pero no del todo.
—Se llama limonada, es especialmente buena para los días calurosos —explicó y observó al pequeño de unos cinco años, quien luego de probar su agua no quiso más—. Sí te la terminas, te daré este dulce —alentó.
—¿Qué es eso? —cuestionó Valen con desconfianza.
—Es azúcar —dijo y le dio uno para probar.
—Es extraño, dulce, pero no igual que la azúcar que tenemos —comentó con sorpresa—. Es realmente bueno, JJ.
El pequeño observó con duda el agua y luego a Andy.
—Solo te lo daré si te bebes toda el agua —le recordó y observó satisfecho como el infante obedeció—. Aquí tienes —dijo entregándole el dulce.
—¿Su agua también era una limonada? —preguntó sonriente ante la felicidad pura en el rostro del pequeño tras probar el dulce.
—No, la suya era especialmente para esa fea tos —explicó—. Si ves que sirve, puedes venir y pedir más, podría hasta enseñarte a prepararla, al igual que la limonada —expresó el pequeño humano.
—Yo no...
—Está bien, solo era una idea —calmó Andy y tomó ambos vasos devuelta—. Te dejó seguir lavando.
Volviendo al interior de la casa, Andy ordenó un poco y salió extrañado ante el repentino silencio. Tan pronto como contempló al joven omega luciendo totalmente aterrorizado, intentando ocultar a su sobrino, el pequeño humano suspiró y volvió al interior para coger sus cosas antes de salir y acercarse al alfa líder, quien se encontraba esperándole del otro lado de la cerca.
—¿Ya terminaste con lo que estabas haciendo? —cuestionó acercándose.
—Todo en los corrales está listo y dejé a Olsen a cargo del invernadero —anuncio y señaló con su cabeza detrás del hombrecito—. ¿Te está molestando?
—¿Qué no ves que solo está lavando su ropa? —resopló—. Deja de verlo de esa forma si no le vas a decir nada, lo asustas como a todo el mundo.
Aquellos dorados ojos observaron en dirección del pequeño humano.
—Tú no sientes miedo.
—¿Por qué lo tendría? Qué seas un idiota y tengas expresión de querer matar a alguien no significa que me vas a herir.
La mirada de Drake inmediatamente viajó hacia el golpe en la sien y el hematoma que se había formado alrededor del antebrazo de Andy.
—Pero no te he protegido correctamente.
—Otra vez con eso —negó y observó al omega—. Puedes seguir lavando tranquilo, nosotros saldremos —informó.
Cruzando la cerca, Andy tomó la mano del alfa dominante y tiró de él para alejarlo de su casa, dejando así de asustar al joven omega junto al cachorro.
—¿Realmente no te estaban molestando? —cuestionó Drake una vez se alejaron.
—No, solo era un chico con sus manos lastimadas de tanto lavar ropa al cual le ofrecí el lavadero para que le fuera más fácil —explicó—. No había nada mal ahí, Drake, no todos son unos idiotas que piensan igual que esos tres del círculo interno.
—Prefiero ser precavido a que dejar que te molesten otra vez —declaró firme.
—¿Has vuelto a hablar con Russell? —indagó mientras salían del pueblo.
—¿Por qué querría hablar con ese humano? —cuestionó Drake con extrañeza.
—¿No recuerdas que te mostró un plan? Su idea tampoco era mala —le recordó.
—En este momento estamos ocupados con el invernadero, y ahora que los corrales fueron arreglados, no tenemos que preocuparnos porque escapen o los animales salvajes estén molestando.
—Aun así, sería una buena idea construir un establo para guardar los animales, te servirá para el invierno. También podrías aprovechar y hasta construir un granero para almacenar comida no perecible, teniendo un recuento de ella y manteniendo alejado a los animales salvajes —comentó.
—Terminando el invernadero iremos a ello, por ahora tienes que decirme cómo es que piensas volver esa tierra fértil —indicó observándole—. Mikel y Olsen siguen preguntándome.
—Necesitamos ir a la costa, específicamente a la playa. ¿No hay un lugar con acceso a ella desde tu territorio?
—No, cada ruta que te lleva es peligrosa o simplemente no es apta, demasiadas rocas y una caída puede ser tu muerte —expresó luego de pensarlo—. ¿Para qué quieres ir a la playa?
—Porque necesito conchas de mar, como el suelo es demasiado ácido, al molerlas y esparcirlas por la tierra, lograremos arreglar el ph, lo que la volvería apta para plantar —explicó—. Aunque si no hay forma de ir al mar...
—Tenemos una —anunció el alfa dominante, sonriente—. Al lugar al que iremos ahora, tiene una entrada a la playa directa.
Curioso por las palabras del alfa líder, Andy lo siguió a través del bosque, y tan pronto como se dio cuenta de que no se estaban dirigiendo al límite entre ambos terrenos, observó a Drake.
—¿A dónde vamos?
—Ya estamos por llegar.
Y justo como dijo este, pocos minutos después, Andy estaba frente a una hermosa casa de dos pisos a la orilla de la playa, con un hermoso jardín rodeándole lleno de flores vivas en todos lados. Rodeando la casa, fueron hacia la terraza y se encontraron con el príncipe Caspian y su pareja sentados disfrutando de una bebida helada.
—No dijiste que vendrías acompañado —expresó Caspian al verlo.
—Ni tú que estarías con tu chico —atacó Drake.
—Hola, soy Rhys, la pareja de Cas —se presentó alegremente el otro humano.
—Soy Andy, vine para ayudar a Drake con su trato —explicó observando al otro alfa dominante.
—¿Tienen algo para ofrecerme? —preguntó interesado el príncipe.
—En realidad, tenemos dos cosas —anunció y cuando intentó acercarse para mostrar las cosas de su bolso, Drake interrumpió quitándoselo para hacerlo por él—. Resulta que en la manada Luz de luna, hay una amplia zona donde tanto el cacao como la semilla con la cual se hace el café, están plantadas de forma natural. Los granos de café son de muy buena calidad, ya los probé. Y sé que el cacao tiene muchos usos, además del obvio chocolate.
—Me gusta el chocolate —comentó Rhys—. Creo que quiero comer algo dulce.
Tan pronto como se levantó, los ojos de Andy fueron atraídos hacia su gran vientre, pero obviamente no dijo nada al respecto y le observó retirarse.
—¿Qué dices? —cuestionó Drake.
—¿Qué quieres a cambio?
—Lo sabes.
—¿Qué clase de animales? —aclaró Caspian.
—Vacas, ovejas, cerdos, gallinas, y patos, en ambos sexos para que puedan reproducirse y que sea más de un par de parejas —anunció Andy—. Y como son dos cosas lo que estamos ofreciendo, también queremos más semillas y cajas de primeros auxilios con medicamentos.
—No puedo entregar cualquier medicamento si no hay un médico confiable en la manada de Drake, sería irresponsable de mi parte —rechazó el príncipe.
—Pero se pueden los de usos generales como para los síntomas del resfriado, dolor de estómago o cabeza —argumentó—. Con el botiquín bien equipado para tratar una herida, no necesitaríamos de antibióticos porque si lo cuidamos bien, no tendría infección —explicó y empujó sus lentes más arriba—. Y sé que hay ese tipo de medicamentos, luego de que se casara con su pareja, la medicina de los humanos entró en la isla Wolf Heart.
—Ya veo por qué lo trajiste —suspiró Caspian y Drake sonrió ladino.