Capítulo 8

2293 Words
Andy quería estar molesto con el líder de la manada, realmente deseaba estarlo por no interrumpir el problema que había entrado sin invitación a su hospedaje creyéndose seres superiores, pero a su vez, sabía que era una estupidez hacerlo. Por lo poco que había visto el día anterior, era bastante obvio que los habitantes de la manada Luz de luna parecían tener ciertos problemas con Drake, por lo que, si lo pensaba seriamente, su decisión de no interrumpir y ver como manejaban la situación ante ese trío de arrogantes que parecían estar abiertamente en contra de él, no era una decisión tan descabellada. Y hasta cierto punto, habría sido una decisión que incluso él mismo habría tomado en dicha situación. Por lo que, aunque Andy quisiera estar molesto con el alfa dominante, no podía estarlo con una decisión tan certera. En realidad, si reflexionaba al respecto, la única razón por la cual quería estar enojado con el alfa líder era debido a que, al no interrumpir, hizo que él tomara el frente sin poder quedarse callado ante esas arrogantes personas, lo que estúpidamente provocó que sus compañeros se enojaran directamente con él por hablar cuando nadie más se atrevió a hacerlo y expresar sus propios deseos. Si Drake hubiera interrumpido en el momento oportuno, Andy no habría tenido que dar un paso al frente y en teoría sus tontos compañeros no hubiesen seguido al idiota de Lucio, quien inexplicablemente parecía haber decido odiarle desde una primera mirada. No es que Andy no estuviera al tanto de ese extraño comportamiento. Por lo general, los demás tendían a tratarlo como una pequeña cosita débil que no podía hacer nada por sí mismo, cosa que inexplicablemente molestaba a algunos, y cuando demostraba que su tamaño no importaba y que perfectamente podía cuidarse, solo terminaba molestando más a otros. Era algo tan estúpido y sin sentido, que el cerebro de Andy simplemente decidió descartar ese tonto problema, ya que no quería desperdiciar su precioso tiempo pensando en estupideces sin sentido, que solo eran molestias y dolores de cabeza innecesarios. Y era precisamente por esa razón, que el pequeño humano decidió que no intervendría más. Como siempre hacía, mantendría la distancia de los demás y solo se ocuparía de sus propios asuntos, después de todo, a diferencia de sus compañeros, él realmente tenía una razón para no volver a la ciudad con su molesto acosador al cual las autoridades humanas no querían tocar. Al ir a la isla Wolf Heart había colocado una gran distancia entre su acosador y él, y al aceptar internarse en las profundidades del bosque en una manada que parecía no tomar para nada bien la llegada de forasteros estaba seguro de que ese idiota no podría perseguirle hasta ahí sin perder alguna extremidad en el proceso. "Ahora, solo debo de concentrarme en mi trabajo" Decidió el pequeño hombrecito. Seguro, Andy se detuvo una vez llegó al centro del pueblo. Al igual que el día anterior, algunos habitantes se encontraban en su forma humana, vestidos escasamente mientras trabajaban en algo, y otros en una forma en que no era completamente humano, pero tampoco un lobo por completo, se daban vueltas. Y si había algo digno de notar en ello, es que el número de personas que Andy podía apreciar era reducido. Observando a un hombre afilar sus cuchillos para limpiar a un conejo, Andy se acercó y se detuvo ante él. —¿Está limpiándolo para venderlo? —preguntó. El hombre le observó y una esquina de sus labios se alzó en un gruñido un tanto amenazador. Comprendiendo rápidamente que no le darían ni venderían una porción, Andy se alejó y fue hacia un grupo de mujeres que parecían estar trabajando entre hornear pan y pelar algunas verduras. Pero al igual que el señor del conejo, todas la observaron con desconfianza y se rehusaron a hablarle. Juntando sus cejas, el pequeño humano observó a su alrededor, buscando a alguien que tuviera una expresión más abierta que los demás, o al menos, que mostrara la suficiente curiosidad en su rostro para estar abierto a la comunicación. Sus distintivos ojos de diferentes tono verde se encontraron con sus compañeros reunidos hablando entre ellos, los cuatro parecieron ponerse de acuerdo con algo y luego se separaron en dos grupos. Lucio y Marvin ni siquiera le observaron al alejarse, mientras que Loretta y Russell le dedicaron una mirada antes de alejarse en la dirección contraria, mostrando algo de pesar y disculpa. Tal parecía, que Lucio había logrado convencer a los demás de dejarle fuera de su pequeño grupo de expedición para buscar comida. Pero si creían que se iba a deprimir y acercarse para rogar por algo de su comida, estaban muy equivocados. No era la primera vez que aislaban a Andy, por lo que sabía a la perfección como actuar ante dicha situación. Observando a su alrededor en busca de un arma, Andy se encontró con uno de los hombres que el alfa líder les presentó para acudir a ellos en caso de un problema. Empujando sus lentes más arriba, caminó directamente hacia el hombre con una figura corporal similar al de un nadador, con un cuerpo delgado pero con músculos firmes en todos lados y con cabello castaño claro mucho más largo al de Drake, que llegaba hasta su cintura. Tan pronto se detuvo ante Olsen, aquellos ojos café le observaron con curiosidad. —Necesito que me prestes por un momento tu daga —pidió señalando la cintura del hombre lobo—. No, en realidad no será por un momento, durante toda mi estadía estaría bien. Observando su daga, el lobo beta alzó una ceja y observó al pequeño humano. —¿No sería mejor esperar a que tus compañeros vuelvan con comida y pedirles? —No, ya me advirtieron que no estarían compartiendo conmigo y yo no voy a estar rogando por algo que yo mismo puedo conseguir —explicó tranquilamente. Por supuesto, el rostro del cambiaformas reveló desconfianza pura, sin creer que una pequeña cosita como Andy realmente pudiera lograr algo. —¿Me la prestas o debo de fabricar una yo mismo? Olsen dudó y luego se quitó el cinturón que contenía la funda de la daga. —Es peligroso que vayas al bosque solo, hay muchos animales salvajes, así que trata de juntarte con tus compañeros para cazar aún si no van a compartir sus alimentos —aconsejó entregándole el cinturón. —Imposible —rechazó—. Gracias por esto, lo cuidaré —prometió colocándose el cinturón. Alejándose de Olsen, Andy camino directamente hacia el bosque, sintiendo las miradas de los demás miembros de la manada siguiendo su pequeña figura mientras se alejaba. Procurando dejar un pequeño rastro para no perderse en ese denso bosque, el pequeño humano prefirió ir por una opción mucho más factible a consideración de sus capacidades, por lo que, en vez de desperdiciar tiempo y energía intentando cazar cualquier animal, decidió que su fuente de alimentos de ese día, serían las frutas. Afortunadamente, había muchos tipos de árboles frutales, desde manzanas, peras, plátanos, naranjas y duraznos, así como arbustos con arándanos y frambuesas, y aunque no había gran cantidad de ellas, si observaba con atención si podía encontrar una que otra fruta escondida por ahí. Recolectando una buena cantidad de ellas, Andy decidió guardarlas en su bolso hasta que pudiera encontrar algo de agua donde lavarlas adecuadamente antes de comerlas. Manteniendo en manos su cuaderno donde tomaba anotaciones y su lápiz, Andy siguió sumergiéndose en el bosque, observando con atención todo el camino que tomaba, hasta que finalmente se encontró con un pequeño riachuelo de agua cristalina. Deteniéndose al lado de este, el pequeño humano tomó asiento en el suelo junto a una gran roca plana. Reuniendo agua entre sus manos, mojó la piedra hasta que esta quedó lo suficientemente limpia y seguido sacó todas las frutas que había recolectado para lavarlos y luego dejarlas sobre la piedra. Satisfecho con su recolección, Andy abrió su cuaderno e hizo una nota de las frutas en su poder, luego, anotó cada planta que había visto con una cualidad curativa y seguido dibujó un mapa de memoria de la isla Wolf Heart en general. Escuchando el crujido de unas ramitas, el humano lazó la mirada y se encontró directamente con un ciervo que aún no maduraba del todo, bebiendo tranquilamente agua del riachuelo que había encontrado. Sus orejas se movieron como si percibiera el peligro y alzó su cabeza. Pero aquellos oscuros ojos grandes no estaban observando a Andy, y lo que sea que miró, lo asustó lo suficiente como para correr rápidamente por donde había aparecido. Observando sobre su hombro, el hombrecito buscó lo que sea que pudo haber asustado a dicho animal, pero no encontró nada extraño o que amenazara contra su vida. Encogiéndose de hombros, sin darle mucha importancia al asunto, Andy tomó una ramita y dibujo sobre la tierra el camino que tomó desde el instante en que dejó la manada Von Kleist hasta que se internaron en el bosque para llegar a la manada Luz de luna, anotando los lugares que había apreciado hasta el momento, desde el centro del pueblo, a la casa en la cual se estaban quedando y por supuesto, el riachuelo que había encontrado ahora. —Te estás equivocando, no has tomado ese camino para llegar hasta aquí. —¿Cómo qué no? —cuestionó juntando sus cejas. Alzando la mirada, Andy observó hacia su izquierda y se encontró con el mismo alfa líder parado directamente a su lado, un paso detrás de él. ¿En qué momento el hombre lobo se había acercado lo suficiente como para estar a su lado? Ese era un misterio para el cual el pequeño humano no tenía respuesta alguna. Agachándose al lado del hombrecito valiente, Drake tomó otra rama y dibujó colocando en el suelo donde estaba el norte, sur, este y oeste. Con tan solo esa simple corrección, Andy inmediatamente reconoció las palabras del alfa dominante y borró el camino hacia el riachuelo, cambiándolo en la dirección contraria. No muy feliz de haberse equivocado, pero reconociendo su error, Andy observó solo un poco enfurruñado al cambiaformas. —Gracias. Sin esperar respuesta, Andy tomó su cuaderno e inmediatamente replantó el dibujo en el suelo en una hoja. —¿Por qué haces eso? —cuestionó Drake, observándole. —Para poder ubicarme cada vez que salga al bosque, solo un idiota se internaría sin saber a dónde ir —explicó y luego le observó—. ¿Por qué estás aquí? ¿Me estabas siguiendo? En silencio, Drake alzó su mano y mostró claramente un conjunto de salmones que mantenía amarrados con una cuerda por su boca. —Conseguía mi desayuno, al igual que tú. —¿Dónde los conseguiste? —preguntó Andy con interés. —Del agua —respondió limpiando los peces. Andy resopló y blanqueó sus ojos ante esa obvia respuesta. —Sé que del agua, pero me refería en qué parte del bosque específicamente —aclaró empujando sus lentes más arriba. —Lo sé —respondió Drake, con una ladina sonrisa burlesca—. Pero no logro nada con decirte, de todas formas no lograrás cazarlos. —Eso no lo sabes. —El lago está rodeado de osos salvajes —anunció y se levantó. Frunciendo sus labios con molestia al saber que era cierto, Andy le observó en silencio comenzar una fogata y luego colocar los peces directamente en este. —Deberías de enterrarlos en un palo y acercarlos al fuego para ahumarlos, de esa forma matarás cualquier bacteria que podría enfermarte —comentó comiendo una naranja. Aquellos dorados ojos observaron al pequeño humano. —¿Bacterias? —Pequeños bichos casi invisibles a nuestros ojos que al ingerirlos atacan tu cuerpo desde adentro, provocando alguna enfermedad —explicó y le observó—. Aunque aparentemente, ustedes los cambiaformas no tienen esa preocupación al ser superiores a los humanos. Y a pesar de sus palabras, Andy observó con cierta sorpresa como Drake colocaba los peces en un palo y bajaba la intensidad del fuego, obteniendo humo con ello. —Te daré dos por todas tus frutas —anunció Drake. —Te acepto uno y te doy tres duraznos y una manzana —ofreció Andy por el contrario. —Que sean dos manzanas, dos duraznos y una naranja. —Dos manzanas, un durazno y una naranja, por muy agradecido que esté por este conveniente trato esa es mi última oferta —anunció el pequeño humano con su mentón en alto. Drake lo observó unos largos minutos en silencio, y Andy le sostuvo la mirada en todo momento. Cuando fue bastante obvio que el ratoncito no se dejaría intimidar ni daría su brazo a torcer por miedo a diferencia de los demás, un resoplido escapó por esos firmes labios rígidos y el alfa dominante movió su cabeza de forma positiva, apreciando esa valentía o testarudez. —Bien, tú ganas —aceptó. —Sabía que así sería. —Podría haberme negado —indicó Drake, observándole con curiosidad. —Por favor, si hubieras querido incluso podrías haberme quitado sin esfuerzo alguno las frutas que recolecte al ser tu tierra, pero convenientemente me diste un trato —indicó y le observó curioso—. ¿Desde cuándo me estás siguiendo? —¿Por qué crees que desperdiciaría mi tiempo siguiéndote? —Porque al igual que ese ciervo, me he percatado de que algunos animales en vez de atacarme se alejaron de mí, y es bastante obvio que mi presencia no representa ninguna amenaza para ellos, pero tú sí —le observó directamente—. Todo el mundo te tiene miedo. —Menos tú, aparentemente —resopló Drake. Y por alguna razón, ese pequeño cambio... Sí le agradó.
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