Deteniéndose ante los restos de lo que antes fue un castillo en toda su gloria, Drake Von Kleist observó como la naturaleza había hecho de las suyas con la gran estructura de piedra, dejando atrás esa apariencia magnífica e imponente que tuvo algún día.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Olsen.
Observando a su costado, se encontró con unos ojos café que le observaban con atención decidida. Con su largo cabello castaño suelo hasta la cintura, Olsen mantenía sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón a la espera. De los miembros de su manada, era una de las personas en quien más confiaba a pesar de ser un lobo beta que, también consideraba un gran amigo y su mano izquierda.
—No permitiré que esos idiotas se sigan creyendo los dueños de todo este lugar, y más aún, los líderes de la manada solo porque se están quedando en esta porquería —declaró y observó hacia la estructura ante ellos.
—Ya escuchaste al líder, Olsen. Si tienes miedo, no debiste de haber venido con nosotros —expresó Mikel.
Dando un paso adelante, el lobo alfa quien era la mano derecha de Drake, levantó el hacha y la colocó sobre su hombro antes de admirar con una gran sonrisa la entrada del castillo.
—No es que tenga miedo de esos idiotas, solo que sé que esto traerá sus consecuencias después —aclaró Olsen.
—Sin importar lo que hagamos, todos terminaran criticando a Drake —bufó el contrario.
Sin negar las palabras de Mikel, Drake cruzó sus brazos en su pecho y admiró directamente hacia las dobles puertas.
—Rómpelas.
Sonriendo satisfecho, Mikel dio otro paso adelante y tomó con ambas manos el mango del hacha. Entonces, con un rápido movimiento la bajó como un abanico, partiendo la madera que conformaba la puerta. Y para terminar el trabajo, se acercó y pateó los restos hasta despejar completamente la entrada.
—Mira, parece que se habían asegurado colocando esto —comentó divertido.
Agachándose, el alfa tomó los restos de una cadena casi oxidada con un candado descolorado.
—Solo unos idiotas pensarían que un candado con una cadena podría detenernos —resopló Olsen.
—No pierdan el tiempo, saquen todas las pertenecías de estos tipos —ordenó el alfa líder.
Contemplando a sus dos amigos adentrarse a los pasillos del castillo para desalojar a aquellos invitados no deseados, Drake decidió dar una vuelta también por la vieja estructura que tan malos recuerdos llevaba a él con cada habitación por la que pasaba. No importaba en qué lado del viejo castillo se encontraba, o qué rincón mirara, cada uno de ellos estaba ligado a un desagradable momento por el cual vivió por culpa de Baltasar Von Kleist, el antiguo alfa líder de la manada, y el padre de Drake.
Subiendo al segundo piso, el alfa dominante se detuvo ante la puerta de la oficina de Baltasar. Sin dudarlo ni un solo segundo, Drake la abrió de una patada y se internó en la habitación. Sus labios inconscientemente se arquearon hacia abajo en puro desagrado al encontrar una combinación de polvo y sexo llenando el lugar.
Acercándose a la ventana más cercana, Drake la abrió y contempló satisfecho como sus mejores amigos se encontraban siguiendo a la perfección su orden, lanzando sin cuidado alguno las pertenencias de aquellos estúpidos tres integrantes que conformaban el círculo interno que conformó Baltasar para que le ayudaran y apoyaran en su reinado del horror.
Volviendo sus dorados hacia el interior de la habitación, el alfa dominante observó a su alrededor en busca de algo que pudiera ayudarle a dirigir correctamente la manada. Cómo no había tenido realmente el interés de asumir el mando nunca tomó clases al respecto. Ni es que se la habrían dado en primer lugar.
Baltasar Von Kleist era un tremendo hijo de puta ambicioso, malvado y egoísta que abusaba del poder que le otorgaba su posición como alfa líder gracias a su naturaleza como alfa dominante, para salirse siempre con la suya, descuidando tanto su manada como a sus miembros. Y aquellos que conformaban el circulo interno, Pascal, Petra y Kaled, eran sus secuaces y cómplices que lo ayudaban en su mandato del horror.
Como tal, Drake nunca recibió la educación correcta para dirigir su manada, ni tuvo exactamente el mejor ejemplo para guiarse. Él ni siquiera había querido tomar el mando de la manada realmente, pero cuando los actos de su padre llegaron a un punto en el cual él no pudo seguir ignorando, no le quedó de otra más que reclamar su posición de la mala forma.
Como Baltasar no estaba dispuesto a entregar ni abandonar su puesto como alfa líder, Drake no tuvo otra alternativa más que desafiar a su padre por el puesto, lo que terminó en una sangrienta pelea que no acabó, hasta que dio fin completamente con la vida de este.
Lamentablemente, el que lo vieran tener tal batalla feroz y sangrienta, solo logró provocar pavor en los miembros de la manada, quienes en vez de sentirse más tranquilos ahora que Baltasar fue sacado de su puesto a la fuerza, solo se sintieron más aterrorizados por la fuerza bestial y descomunal que Drake poseía.
Al tomar el mando, Drake había anunciado que sería diferente a su padre, pero hasta el momento, no había hecho un gran cambio significante en la manada. ¿Cómo hacerlo cuando esta era un completo desastre?
Tal parecía que hacía años que Baltasar había dejado de manejar correctamente toda la manada y sus terrenos, razón por la cual esta se convirtió en un verdadero desastre por el cual, el alfa dominante ni siquiera sabía por donde debería de comenzar a tocar y arreglar.
Revisando todos los cajones del escritorio, Drake sacó cada papel que encontró y creyó que podría tener algo de información valiosa. Desafortunadamente, lo único que halló fueron las escrituras que reclamaba aquel lado de la isla Wolf Heart como suyo, junto al trato que habían firmado muchos años atrás para separar las manadas, prometiendo no cruzar el límite y no interferir en los asuntos de otros.
Bueno, ese trato podría volverse ya algo inservible desde que Drake decidió por su cuenta el cruzar el límite y firmar un trato con el principito Caspian para tener algunas frutas que ya no estaban creciendo en su lado de la isla. Sin contar, que había necesitado también un espacio para poder descansar y pensar sin tener a los idiotas integrantes del círculo interno hinchando sus pelotas con sus reclamos y demandas absurdas.
Como las orejas de lobo que estaban sobre su cabeza eran mucho más sensible que su oído de humano normal, estas inmediatamente se movieron en dirección a la izquierda al percibir ruido, alertando a Drake. Alzando la mirada, el alfa líder contempló a sus dos amigos entrar en la habitación con una expresión llena de satisfacción.
—Listo, ya terminamos de limpiar la basura —expresó Mikel con una gran sonrisa que revelaba un hoyuelo en su mejilla izquierda—. Esos tipos se llevarán una gran sorpresa al regresar y darse cuenta de que toda su mierda se encuentra tirada afuera.
—Y como dijiste que no tenías planeado mudarte a este lugar aún, le dije a Mikel que destruyera otras puertas o ventanas que permitieran un acceso. Estando tan descubiertos, ninguno de los tres idiotas querrá volver a quedarse aquí otra vez, sin importar lo grande que sea —comentó Olsen.
—¿Encontraron algo de utilidad en las otras habitaciones? —cuestionó Drake observando a ambos con interés.
—Bueno, yo descubrí una habitación llena con barriles de cerveza, a pesar de que el ex líder aseguró que se había terminado todas las reservas y estaba exigiendo a los miembros la hicieran aún si le faltaban ciertos ingredientes —contó Olsen.
—Yo me di una vuelta por los cuartos de la despensa, pensando que podría llevarle algo a mi omega e hija, pero los bastardos del círculo interno ya han consumido la mayoría de todas las cosas —resopló Mikel apoyando ambas manos sobre el mango del hacha que tenía ante él.
—¿Se comieron absolutamente todo? —cuestionó Drake.
—Las carnes que quedaban tenían un aspecto podrido y lo otro solo eran unas cuantas verduras y frutas —anunció luego de pensarlo.
—Toma las frutas y verduras, nos servirán si es que no se han echado a perder —indicó su alfa líder—. Sin contar que, realmente no quiero dejarle absolutamente nada a esas basuras.
—Ahora que recuerdo, en una habitación vi pieles, telas y ropas que se encontraban en buen estado —comentó Olsen—. Aunque no estamos en temporada para utilizar ese tipo de ropa, servirá para cuando caiga el invierno.
—Mikel, junta todo lo que creas servible y resguárdalo en la casa de los tres, así esos idiotas no intentarán recuperarlo —decidió Drake.
—Por supuesto, alfa líder.
Con una gran sonrisa emocionada, el lobo alfa alzó su hacha y la apoyo contra uno de sus hombros antes de salir de ahí silbando felizmente.
—Sigo sin saber cómo es que consiguió una esposa y tiene una hermosa hija de dos años con esa personalidad tan infantil e impulsiva que tiene —comentó Olsen.
—Misterios de la vida —resopló Drake.
Al quedar a solas con el alfa dominante en aquella habitación, el cambiaformas beta se internó y observó a su líder buscar por alrededor.
—¿Estás buscando algo en específico?
—Quería cualquier cosa que me dijera como manejar esta manada, pero con suerte encontré los documentos que declaran que este lado de la isla nos pertenece —resopló agitando dichos papeles con aspecto descuidado en sus manos.
—Dudo que Baltasar realmente hubiera anotado como dirigir una manada correctamente, ese tipo lo único que sabía hacer era abusar de su poder y sacar provecho de los más débiles —indicó su amigo.
—Aun así, cualquier papel que tenga algo de información, me servirá en este momento —anunció Drake desplazándose por el cuarto, revisando cualquier mueble—. Ya llevo tres lunas llenas desde que asumí este nuevo cargo, y todo sigue tan mal como cuando mi estúpido padre inservible estaba al mando —argumentó molesto.
—No es tu culpa realmente, con los integrantes de ese estúpido círculo interno entrometiéndose en cada paso que intentas dar y los mismos miembros que no muestran apoyo alguno, es algo difícil de lograr —argumentó Olsen buscando también—. Al menos logras que te escuchen.
—Sí, luego de amenazarlos para que lo hagan —resopló.
—Creo que encontré algo.
Dejando de buscar, Drake observó a sus amigos sostener un cuaderno viejo e inmediatamente se acercó para revisarlo.
—Son anotaciones de su despensa de cervezas. Y... Bueno, tal parece que tu padre calificaba a las mujeres que se llevaba a la cama —comentó su amigo.
—¿Qué mierda? Es como su diario de vida —expresó con desagrado, causando la risa del contrario.
Aunque dicha risa, se detuvo en el instante en que pasaron hoja y descubrieron que las siguientes anotaciones eran de las mujeres que dejó embarazadas y a cuantas de ellas les hizo perder el cachorro o... Las muertes de estas.
—Solo es basura. —sentenció Drake con un frío tono.
—Encontré unas carretas afuera y eche encima todo lo que nos podría servir de este castillo del mal —anunció Mikel tras volver.
—Bien, es hora de irnos. No creo que podremos encontrar algo más de utilidad en este lugar —resopló el alfa dominante.
Doblando el único documento que valía la pena llevarse de ahí, Drake fue el primero en salir de aquella habitación, y pronto sus dos amigos le estuvieron siguiendo, caminando a cada costado.
—¿Qué es lo que vas a hacer ahora? —preguntó Olsen una vez dejaron el castillo.
—Hay que detener toda esta mierda. —declaró—. De nada sirve haber sacado a mi estúpido padre del poder, si los del círculo interno siguen haciendo todo a su antojo.
—Pero no puedes atacarlos directamente, los miembros de la manada les siguen y supuestamente están actuando porque ellos quieren, no porque los obliguen —le recordó Olsen.
—Yo digo que los matemos —sentenció Mikel.
—Ya temen de Drake, hacer eso no ayudará —resopló el beta.
—No me importa si me temen, ahora hay que ver una forma de levantar esta manada. Todo se está yendo a la mierda y nadie quiere hacer nada, y yo no me hundiré solo porque ellos no quieren moverse —resopló Drake.
—Sabía que estábamos mal, pero... ¿Tanto así? —preguntó el alfa juntando sus cejas.
En silencio, Olsen asintió con pesar.
—Así como vamos, no sobreviviremos este invierno.
—Y una mierda que no lo haremos. Si no quieren moverse por su cuenta, entonces yo los moveré a la fuerza —sentencio Drake—. Dejando estas cosas, hay que hacer una reunión. Quiero que todos los miembros estén presentes.
Dando por terminado el tema, el alfa dominante tomo una de las carretas y comenzó su tirar de esta, más decidido que nunca a terminar con todo.