Lluvia.
He leído libros donde la lluvia es utilizada para darse largos besos con tu enamorado, es algo romántico y me gustaría utilizar la lluvia de esa manera en algún momento ... pero no ahora, no cuando debo de levantarme e ir caminando al colegio, cubriéndome con una pequeña sombrilla, gracias a que ahora mi familia no cuenta con el dinero suficiente para pagar un maldito taxi.
Pero eso no es todo lo que tengo contra la lluvia. ¡No! ... hay algo mucho peor que eso.
Tomo mi móvil de la cómoda y reviso el nuevo mensaje que acababa de llegarme.
De número desconocido:
Recibido a las 7:30 am
¿Con qué vas a cubrir tu desastroso cabello ésta mañana? ¿Bufanda? ¿Gorro? Quizá un saco sea lo más factible.
Pongo los ojos en blanco mientras devuelvo el móvil a su sitio. Hacía más de un mes que no dejaba de recibir mensajes de un número desconocido, que lo único que hacía era fastidiarme.
Y sí, tenía razón en algo ... Debía encontrar algo con qué cubrir mi cabello.
¿Sabían que los climas lluviosos no nos favorecen a las chicas con cabello ondulado?
¡Es un completo nido de pájaros cuando se esponja!
Tomo el móvil nuevamente cuando llegue un nuevo mensaje.
De número desconocido.
Recibido a las: 7:35 am.
Si me lo preguntas, me gusta tu desastroso cabello;)
Dejo salir un gruñido mientras escribo una rápida respuesta.
Para número desconocido
Entregado a las: 7:36 am.
¡Vete al demonio!
—¡Zoe! —Escucho la voz de Darren, mi padrastro, llamarme desde el piso de abajo—. ¡El desayuno está servido!
Envuelvo una bufanda en mi cuello y tomo mis pertenencias para entonces bajar corriendo.
¿Quieres un resumen de mi vida?
¡Pues bien! ¡Ahí te va!
Mi nombre es Zoe Adams, tengo 17 años, no conozco a mi padre biológico, porque al parecer es del tipo que sólo planta la semilla y escapa. Mi madre se casó con Darren aun estando embarazada de mí, por lo que Darren es mi padre en toda la palabra. Tengo un odioso hermano de 7 años, llamado Dawson, quien no deja de fastidiarme día y noche.
Darren fue estafado en su empresa, a tal punto que nos llevó a la quiebra, por lo que ahora él se queda en casa, mientras mamá trabaja de secretaria en un despacho de abogados para mantenernos.
—¡Hey, Darren! —lo saludo con una sonrisa a boca cerrada en cuanto llego a la cocina.
Él me tiende los cinco, y como siempre lo hacemos, chocamos nuestras manos y después los puños.
—Zoe, querida. ¿Algún día me llamarás papá? —preguntó con aire de nostalgia.
—Claro que sí, Darren.
Levanté las cejas y él me sacó la lengua. Era un gesto bastante infantil para alguien que tenía 35 años, pero era Darren, después de todo. Siempre peleábamos por según él "mi falta de amor" al no llamarlo papá.
—¿Por qué yo no puedo llamarte Darren? —pregunta Dawson en medio de un bostezo al entrar a la cocina.
—Porque si lo haces, te saldrá el monstruo del armario —le digo, mientras le arrugo la nariz.
Él me saca la lengua, al igual que Darren y yo me acerco para sentarlo en uno de los bancos de la isla de la cocina.
—Hoy no te cubriste el cabello —Darren comenta mientras sirve tres tazas de café.
Siempre he pensado que Dawson es muy pequeño para tomar café n***o, pero a Darren no parece importarle. Y es su hijo y el de mamá, después de todo.
Me encojo de hombros y me siendo al lado de mí hermano.
—Hoy voy a tomar al toro por los cuernos —Darren levanta las cejas y sonríe, mientras yo pongo los ojos en blanco—. O a enfrentar a la lluvia, que es lo mismo.
—¿Qué hay para desayunar, papi? —pregunta Dawson.
—Tostadas —contestamos al unísono.
Sonrío mientras el castaño sirve los platos. A pesar de que le gustaba hacerse llamar "amo de casa" esas eran funciones que no se le daban bien. Ya me había acostumbrado a comer tostadas quemadas en las mañanas y sopas instantáneas en las noches.
Pero aun así, Darren era la mejor persona que podía existir.