Amor en contra

Era un día como cualquier otro, otro día más de trabajo duro. Decir que estaba feliz era mentir con descaro, Layla terminó de restaurar unos viejos cuadro que la señora Crew tenía guardados como recuerdos de su familia, recuerdos de los que no se quería despojar. —Aquí tienes linda, es el pago por los cuadros y los pequeños jarrones de la cocina —le entregó mil dólares y doscientos más como bonificación por tan excelente trabajo. —Señora Crew, esto es más de lo acordado. No puedo aceptarlo. —Claro que puedes, además, también tengo algo para el pequeño Daemon. Consistía en un bolso de maternidad con biberones, pañales y trajecitos nuevos, eran más que perfectos para el bebé de dos meses de nacido. —Todo esto es... hermoso, no tenía que molestarse tanto señora Crew. —No es nada, mis hijos ya están grandes y tienen su propia familia, a mi me hubiese encantado que al menos me visiten con mis nietos, pero se olvidaron de que alguna vez, tuvieron una madre que dio todo por ellos. —La entiendo, mi madre nunca fue cariñosa conmigo, desde que recuerdo no hace más que culparme por la muerte de papá y, ni siquiera había nacido. —Es muy triste, sabes que puedes contar con mi apoyo siempre cariño. —Y se lo agradezco. Salió de su lugar de trabajo pasó por una pequeña tienda comprando lo que necesitaba, leche en polvo, crema de aloe y las cosa para la cena. La vida se negaba a sonreírle. Primero, su madre alcohólica la golpeaba cada vez que tomaba, para Nadia McCaffertti su propia hija era la culpable de la muerte de su esposo. Ian McCaffertti era un hombre guapo y trabajador, conoció a Nadia en uno de sus viajes de negocios y no pudo apartarse de su lado, se mudó a Seattle y tiempo después de conocerse, unieron sus vidas en matrimonio. Desafortunadamente la vida les jugó una mala pasada. Después de un chequeo de rutina por el embarazo de cinco meses de Nadia, en una curva motociclista irresponsable se atravesó en su camino, se bajó de la moto y sacó un arma para despojarlos de todo lo que llevaban, como Ian se resistía y en todo momento, se atravesó entre el ladrón y Nadia, recibiendo un disparo y ella siedo golpeada con el asa del arma. Cuando Nadia volvió en sí, la doctora que llevaba su control prenatal le dio la terrible noticia de que su esposo no sobrevivió al disparo en el pecho y el responsable de tal acto estaba tras las rejas. A partir de ese triste día comenzaron los problemas para la pequeña Layla, que ni siquiera había nacido. Todo empeoró cuando en la lectura del testamento Ian dejó el setenta por ciento para su pequeña hija y el treinta por ciento para su esposa, cabe mencionar que el tiempo que Ian trabajó fue lo suficiente para acumular una cuantiosa fortuna. Nadia no pensaba igual, después del nacimiento de su hija se dedicó a gastar el dinero que le correspondía, se la pasaba tomando y la pobre niña fue criada por su tía Sally, hermana de su padre. Cuando Layla cumplió los diecisiete años y se graduó con honores de la secundaria, fue una de las cinco candidatas elegidas para obtener una beca y poder estudiar una carrera, desde que tenía uso de razón le apasionaba el diseño de interiores, lo llevaba en la sangre después de todo, así que no dudó ni un segundo en optar por esa carrera. En su segundo año de universidad conoce a Chase Donovan, un niño mimado de muy buena familia que se "enamoró" de ella. Todo fue maravilloso para Layla, tanto que se entregó en cuerpo y alma al amor de su vida. Flashback Acababa de salir del médico, era increíble que producto de esa noche interminable de amor y pasión resultara en una pequeña personita que pronto vendría a este mundo. Citó a Chase en la plaza cerca de la universidad para darle la buena noticia y se alegró cuando logró divisarlo. —Hola hermosa ¿Cuál es ese motivo por el que no podemos esperar hasta más tarde? —Bueno me he sentido muy cansada y con náuseas hace días y hoy fui con el doctor y me dieron los resultados de unos exámenes... —le entregó la hoja con dichos resultados —¡Estoy embarazada! ¡Vamos a ser papás! Cuando quiso darle un abrazo de lo emocionada que estaba, el joven solo se apartó de ella como si tuviese una enfermedad contagiosa y esa mirada de amor de hace unos pocos segundos cambió al más puro enojo. —¡¿ES UNA PUTA BROMA?! ¡¿CÓMO MIERDA SALISTE EMBARAZADA?! —no le importó que media plaza y algunos de los estudiantes los vieran por el escándalo que formaban —¡Te di a que tomaras una pastilla que era precisamente para evitar este tipo de errores! ¡¿En qué demonios pensabas?! —Por favor mi amor no me grites. Es cierto que me diste la pastilla y me la tomé lo juro, pero no sé que pasó —exclamó derramando lágrimas. —Yo si lo sé, estuviste de zorra con algún otro imbécil y quieres que yo me haga cargo de tu bastardo, pero te tengo noticias perra, se te acabó tu jueguito. —¡Chase por favor no te vayas! ¡Te juro que este bebé que llevo en mi vientre es tuyo! ¡ No tengo por qué mentirte! —se arrodilló ante él sin importarle que todos, en especial las mujeres mayores, le dedicaban miradas de lástima y pena. —¡Aléjate de mi zorra asquerosa! —la separó de él con todo el asco reflejado en su rostro y se fue del lugar y de sus vidas para siempre. —¡Chase no me dejes por favor! ¡CHAAAAAASSSSSSEEEEEE! Arrodillada, abandonada y humillada quedó tirada en medio de la plaza, era un mar de llanto y nadie parecía auxiliarla. —Ven pequeña, el suelo no es lugar para una joven luchadora —fue ahí donde conoció a la señora Crew. Fin del flashback Desde ese momento su vida cambió completamente, se vio obligada a abandonar sus estudios cuando su embarazo estaba avanzado, al quinto mes sufrió una amenaza de aborto, fue cuando supo que esperaba a su primer hijo. Los abusos por parte de su madre siguieron, sin embargo ella contaba con el apoyo total de la señora Crew, hasta el nacimiento del pequeño Daemon. Ahora con veinte años y su hijo con dos meses de edad, se dirigían a un pequeño supermercado para comprar lo necesario para una cena digna, aunque su madre no supiera. Solo olvidaba un detalle importante, hoy se cumplía un año más de la muerte de Ian McCaffertti, algo que Nadia nunca pasaba por alto. Con todos los ingredientes en el carrito fue hasta la caja registradora y pagó por sus productos, luego se subió a un taxi. Llegó a casa y con ayuda del taxista bajó las bolsas con sus compras y también las que le obsequiaron en su trabajo. Dejó al pequeño Daemon en su sillita y se dispuso a preparar la cena, que consistía en filetes de pollo acompañados con un poco de arroz blanco y ensalada cesar casera. Disfrutaba de su cena mientras le daba el biberón al bebé, a fuerza aprendió a hacer muchas cosas a la vez, por lo cual no fue difícil alimentar a su hijo al mismo tiempo que se alimentaba a sí misma. Justo cuando terminó de lavar todo lo que utilizó, su madre entró por la puerta principal, totalmente ebria y con todo el odio existente en el mundo, logró llegar a la cocina y se dejó ir contra Layla. —¡¿Sabes qué fecha es hoy verdad?! ¡¿Lo sabes maldita?! —N–No —contestó a duras penas —Te juro que no lo sé. —No te preocupes —escupió con odio puro —Yo te lo recuerdo. Dejó ir su mano contra su rostro, para después golpearla con un cucharón de madera donde podía. —¡ES TU CULPA! ¡ES TU MALDITA CULPA QUE ÉL ESTÉ MUERTO! ¡TÚ MATASTE A MI MARIDO! —así que ese fue el detonante, pensó Layla hoy once de julio se cumplían veintiún años de la muerte de su padre, al cual ella extrañaba a pesar de no haberlo conocido. —Ma-Mamá... por favor. Ya no me golpees más. —¡Cierra la maldita boca! ¡Asesina! El llanto del pequeño Daemon se hizo escuchar por toda la casa, provocando que Nadia se dirigiera a él para callarlo de un golpe, cosa que Layla impidió aún arrastrándose, hasta llegar a su hijo. —A mí puedes golpearme hasta matarme... pero a Daemon... no lo... no lo toques. Nadia salió de la casa nuevamente, dejando a la pobre Layla a punto de desmayarse, no sentía la mitad de su cara, le dolía respirar por las patadas que recibió. Tomó su bolso junto a las cosas que la señora Crew le había regalado, sus documentos personales y los de Daemon, para luego salir de ese lugar. A duras penas caminaba por las oscuras calles de Seattle, con lo poco que tenía no le alcanzaba para pagar un pequeño cuarto de hotel, además que nadie le quería dar asilo a una joven en pésimas condiciones. Fueron tres noches las que Layla pasó fuera, durmiendo en las bancas o en un callejón oscuro y sucio, ya casi no quedaba nada de leche para su bebé y ella tenía demasiada hambre, no había probado bocado alguno desde la noche en que casi muere, para empeorar su triste situación, la lluvia comenzó a caer a cántaros. Logró llegar a una parada de autobús para tratar de refugiarse, su tobillo estaba muy hinchado, no podía caminar bien y estaba muy cansada, con frío, no le importaba nada con tal de que su hijo no sintiera lo que a ella le aquejaba. Maldijo a Chase Donovan, el hombre que la abandonó cual cobarde, Layla solo quería que Daemon estuviese bien y, sin importar lo que le cueste lo hará. —Todo cambiará para bien mi amor, te lo juro— habló mientras sus dientes castañeaban por el frío inminente —Nuestra vida será mejor. Daré mi vida para que así sea. Hola, les traigo esta pequeña sorpresa, espero que les guste y espero sus comentarios. Gracias por su apoyo y besos 😘