Me reverberé en el espejo. Los lamparones bajo mis ojos eran cada vez más grandes. Las pesadillas de la noche anterior me trastornaron por completo. Estuve a punto de gritar cuando los niños se apersonaron en mi habitación y gritaron que los ayudara. Tal como llegaron se marcharon, perdiéndose en una estela de destellos rojos que marcaban con sus pasos. No era una pesadilla dentro de otra pesadilla. Estaba despierta, ellos estaban en la habitación, gritándome que nos los dejara morir. La sorpresa casi me detiene el corazón. Toda mi piel se erizó al ver mis manos llenas de sangre, las sábanas empapadas, la neblina rondando en el aire y los niños ocultos en ella. Cuando se marcharon, la sangre desapareció, la neblina se disipó y mi corazón volvió a latir. Me encerré bajo las sábanas, igual
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