Tenía toda la razón. Ese era nuestro momento de reinar y ejecutar, lo que nos permitía crear nuestras propias reglas. Durante años las mujeres que estaban destinadas al trono debieron casarse sin amor, ¿pero qué ocurriría si alguna de nosotras nos alzáramos en contra de esas leyes machistas? Éramos silenciadas, nos colocaban una cinta de seda en la boca para no protestar. Antes se pensaba que una mujer no podía mandar por falta de autoridad, pero no estábamos en la época colonial. De igual forma, para que ese mandato se aboliera, debía pasar por infinidad de lugares, se harían debates para aceptarla o rechazarla, estando conscientes que al final quedaríamos igual, porque el machismo y el elitismo era algo que reinaba en ese lugar. Yo habría promulgado la ley en cuanto tuviese la corona, pe