Observé cada rostro que me veía con absoluta tranquilidad, silencio y esperanza. Todos querían estar en mi lugar, mientras mi interior gritaba bajar del podio y ser invisible. Lo peor fue que ellos creían que todo era un programa de E! y no la vida real de una persona que estaba tan asustada como ellos. Me colocaba en sus zapatos: el de un ciudadano que se conmociona al pasar de conocer a sus reyes durante años, a ser gobernados por un aprendiz de monarca. Contaba con la teoría, las reglas y los fundamentos, pero nunca estuve en la posición que ostentaba en ese momento. Era más de lo que alguna vez imaginé o anhelé. Eso era un paso inmenso en mi vida. ―Mis padres no fueron perfectos, pero, ¿qué es lo perfecto? ¿Existe siquiera la perfección? Hay situaciones, personas, momentos que catalo