Capítulo 2

2105 Words
CAPITULO 2 Cinco minutos después de mi llegada al departamento de policía, la alarma de urgencias comienza a sonar y Karl entra a mi habitación sin aliento como si fuera un niño emocionado por algo. —¡Hay un tiroteo en el muelle, son los cabrones de Correa! —¡Arreglemos esto, quiero un equipo de doce policías! — digo poniendo un punto electrónico debajo de mi blusa, la pistola en la funda y por último el chaleco, me abrocho bien la coleta en el pelo y estoy lista para la batalla del día. La policía está agitada y aplaudo para llamar su atención. —Ok chicos, no estoy al tanto de los Correa, pero al ver vuestra euforia creo que si los conseguimos será un regalo maravilloso para todos. ¡nosotros! — Todos sonríen de acuerdo —Quiero que el equipo se divida en tres coches, ¡vamos a trabajar! — grito y luego grito “ey” como si fuera un grito de guerra creado entre ellos. Karl y Alice están en el auto conmigo. —Háblame de esos hermanos Correa – Pido y Karl me mira mientras comienza a seguir a otro coche de policía que esta frente a nosotros, Alice permanece en silencio en el asiento trasero. —Son los mayores traficantes de armas de Miami, ¿sabes qué pasa? ¡son italianos y si los atrapamos, la justicia italiana desciende sobre nosotros y creemos que son los mafiosos más grandes que hay y con un paso de magia pueden volver a ser libres! Y lo más asombroso es que nunca hemos visto ni la sombra de Pierce, es nuestro sueño incumplido. — Conduce con prisa. —¿Y qué carajo significa este tiroteo? – Lo miro. —Esto es cosa de Will, están celebrando algo y creo que la razón es la llegada de su hermano Miami. Will nos da muchos dolores de cabeza. Llegamos a la entrada del puerto y todo está silencioso y vacío, La gente debe estar escondida en los botes y asustada. Salimos del coche y doy órdenes silenciosas con las manos para dividirme en grupos de tres y recorrer el puerto en busca de víctimas heridas o acorraladas. Karl y Alice se quedan conmigo y los tres comenzamos a buscar por el puerto lentamente y con cada paso el ruido de los disparos se hace más fuerte. Cuando estamos más cerca todavía nos detenemos y nos dicen que No hay enfrentamiento y eso son disparos al azar. —¡Voy a subir sola! – los dos abren los ojos cuando les digo lo que pienso hacer —¿Estás loca jefa? ¡No puedes arriesgarte así! – Karl me mira con incredulidad y como si estuviera loca —¡No harás eso hermana! – Alice sostiene mi brazo. —Necesito saber la razón de esto, ¡no quiero enterrar a inocentes! No te preocupes por mi. ¡Eso es una locura! Karl les dice a los demás lo que voy a hacer y puedo escuchar las protestas.   —¡No me importa lo que piensen! — Les gritó a todos para que entiendan que no pienso detenerme —No invadas, tengo dos puntos electrónicos y te pasaré uno, ¡a través de él escucharás todo y sabrás si estoy bien! ¿Entendido? — Le pregunto a Alice —NO, bueno SI. —Me comunicaré contigo — Hablo despacio, estoy sudando de nerviosismo. Le entrego el otro dispositivo. —Está bien, pero … Antes de dejar que termine, sigo el camino hasta el almacén que hay al final, donde a veces suelen guardas los bote, cuando llego los disparos se detienen y solo escucho el latido acelerado de mi corazón. Veo una pequeña puerta y la empujo para poder entrar en ella, hay muy poca luz y veo a un hombre alto, fuerte y rubio que está sin camisa y tiene la espalda completamente tatuada, está de espaldas a mí y se ríe de algo, me acerco, pero mantengo una distancia segura. —¡Suelta el arma! – Miro la ametralladora que lleva, mi garganta se siente seca. —¿Disculpa? ¿qué dijiste? – Me sorprende su acento arrastrando las palabras, se vuelve hacia mí y estoy confundida y conmocionada por su belleza, una rubia con una expresión llamativa. —¡Pon la maldita pistola en el suelo! — Sigo alternando entre sus grandes ojos verdes y la pistola. Se ríe descaradamente. —Figlia di puttana, ¿quién crees que eres rubia?  – Está loco y quiero reírme por su acento, esa jerga no le sienta bien. —¡Te dije que bajaras la maldita pistola! — Grito y en un solo movimiento, me empuja contra la pared con violencia y lo pateo y giro su brazo hacia atrás en un golpe. Se echa a reír y dice algo en italiano. —¡La rubia es buena, pero no lo suficiente! — habla y se aparta de mí arrojándome de nuevo contra la pared y me pone una glock que no había visto apuntando a mi cabeza y le pongo la punta 40 apuntando a su cuello. —así que la rubia cree que puede entrar así… — su enfado es evidente — ¿Sabes con quién te estás metiendo? —No tengo idea de quién eres, pero ¡No te tengo miedo! – No aparto la mirada de sus ojos. —¿Y a esto? ¿Tampoco le temes? – mira la glock y golpea la ametralladora. —No lo suficiente, Me conozco bien, lo suficiente como para saber que eres tú quien tendrá miedo – Presiono el punto 40 en su cuello. —¡No sabes ni lo que dices, tu lengua está demasiado suelta! —Aprieta mi cuello y mandíbula con una mano. —¡Déjala ir! — dice alguien que no está en mi campo de visión con el Acento tan arrastrado y tranquilo que casi no puedo entender lo que dice El hombre frente a mí frunce el ceño con furia. —No, solo necesito una razón para matarla y créeme, ¡ya tengo varias! Per favore — dice pidiendo permiso para ejecutarme. —Non, suelta al moglie Will, ¡cazzo! – grita el hombre que aún no veo - ¡Te quiero con ella en cinco minutos! Así que este obstinado y cabreado es Will. Habla varias palabras en italiano y creo que me está maldiciendo, me quita la pistola de las manos y me tira del brazo por todo el almacén. Salimos por la parte trasera del almacén y pasamos por dos calles estrechas y vacías y subimos largos escalones hasta llegar a una lujosa casa de dos pisos con música reggaetón muy fuerte y donde miras hay hombres armados. Entramos a la casa y todos nos miran, especialmente las mujeres, ellas suspiran cuando ven a Will, poco saben que quiero matarlo. La casa está llena, realmente es una celebración. —Todavía no puedo creer que dejes que la rubia entre con vida, ¿has olvidado que es la nueva coronel? El hombre permanece inconsciente, mirando a través de la pared de vidrio el movimiento silencioso del mar que se ve desde allí arriba —¿Rubia? ¿Ya la has apodado? – se vuelve hacia nosotros y siento una enorme incomodidad al ver que es tan guapo como Will. —¡Vete a la mierda, Pierce! – Will me tira violentamente en el sofá y caigo con un ruido de sobresalto. —¡Oye, ten cuidado con la chica! ¿No sabes tratar a una mujer, hermano? – Pierce frunce el ceño. —¡Lo sé, incluso más cuando están muertos! – Me mira directamente. Pierce golpea la mesa. —¡Fuera de aquí Will, quiero estar a solas con ella! — Mira feo a su hermano que sale de la habitación enfadado. Pierce rodea la mesa y se sienta frente a mí. Es todo lo contrario de un narcotraficante común, es elegante, educado, no muestra el poder que tiene excepto por los anillos carismáticos en sus dedos, no habla jerga y no puedo evitar notar su belleza angelical. Cabello claro cayendo sobre su rostro, llamativos ojos azules, barba de líneas naturales y una expresión de misterio y buen chico, tal vez por eso nunca lograron atraparlo. Me observa durante largos segundos y le sostengo la mirada para demostrarle que no tengo miedo. —Andrea Zafiro — leyó el nombre en mi uniforme - ¡Benvenuta, estoi piacere! Mui bella —dice en su idioma y lo miro con extrañeza. —No entendí nada — sonríe mostrando sus hoyuelos, Dios, esta guapísimo… —Así que eres la nueva coronel —Solo soy la mujer que te pondrá tras las rejas – Sonrío cínicamente. —¡en bocca al lupo! — Dice y luego se da cuenta de que no entendí nada - ¡¡Buena suerte!! —No la necesito — Le digo con una muy falsa sonrisa Él sonríe, toma mi arma de la mesa y pasa su otra mano sobre ella como si estuviera analizando. —Tengo mejores cosas aquí — Dice refiriéndose al arma. Pongo los ojos en blanco. —¿Qué es lo qué quieres? — Pregunto aun mirándolo —Primero, que mandes a esos policías que están en el puerto a su oficina de pacotilla, incluida tu hermana —sigue mirando el arma y yo siento mi garganta seca. —No hay forma de que pueda hacer esto desde aquí — Le miento descaradamente —Sí, por el punto electrónico de última generación que tienes — vuelve a poner el arma en la mesa. —Convence a Karl de que se vaya de el puerto con los demás — Digo y veo como Pierce viene hacia mí, abre mi uniforme y mete la mano en el interior de mi camisa y me estremezco, él se da cuenta y sonríe para luego quitarme el micrófono —A que hago un buen trabajo, ¿No crees coronel?, deberías contratarme —Creo que es al revés — Le digo —Seremos un dolor de cabeza recíproco a la misma intensidad – Me mira fijamente y evito mirarlo demasiado. Pasa una hora y ahora él está comiendo helado y mirándome, observando cada detalle y me da vergüenza, me está intimidando. —¿Me mantendrás prisionera hasta cuando? — Le pregunto. —Disfruta de tu castigo rubia, callada te vez más hermosa —Pero quiero agua — Le hago un berrinche —¿Puedes beber agua en castigo? — Se pregunta él mismo —¿Es serio eso? — Le pregunto cansada, maldita sea la hora en la que se me ocurrió entrar aquí, sola. —Creo que se puede, el agua es imprescindible ¿verdad? — Dijo Ignorándome, luego se levantó y fue por un poco de agua Tomo el agua y me siento angustiada y totalmente incómoda porque él sigue mirándome. —Vete a casa, rubia, y más te vale que tengas cuidado — Lo miro con incredulidad, me enderezo el uniforme, me pongo el chaleco y tomo mi arma. Cuando me voy se aclara la garganta haciéndome mirar atrás. —No olvides tu micrófono, lo necesitarás —Extiende su mano haciéndome ver el objeto, me acerco y tomo el micrófono mientras lo miro a los ojos, sonríe de un solo lado y aparto la mirada. Comienzo a salir de allí con cuidado sabiendo que me vigilan, llamo a Alice que me recoge y nos vamos directo a casa, llegamos y llamo a Karl para informarle de todo lo que sucedió después de que el micrófono fue eliminado, pero necesitábamos obtener lo que se había alcanzado a registrar —¡Más vale que papá y mamá ni sepan que eres un idiota! – Alice está enojada y la entiendo, si hubiese sido ella yo también estaría así de preocupada, pero sé que está feliz de verme bien. —Yo también te amo — Le dije — subiré a mi habitación — Le avise Me ducho sin poder sacarme esos dos italianos de la cabeza, me pongo un camisón, me siento en la mesita donde está mi cuaderno y me pongo a investigar la vida de los hermanos Correa. Pasan las horas y no encuentro nada irrelevante, solo lo que ya sé, vagas noticias y ni una sola foto de Pierce, solo de Will que no se molesta en esconderse, seguro que mañana me pedirán un boceto. Cierro los ojos, me pesan los ojos, estoy cansado, de verdad me van a dar trabajo, apago el portátil y me tiro a la cama, rápidamente me quedo dormida. 
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