Christopher
Llegamos al aeropuerto con Josh, el ruido de viajeros apresurados y el anuncio constante de vuelos creando un telón de fondo vibrante a nuestra misión secreta.
Mientras caminábamos hacia el mostrador de facturación, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo creciendo dentro de mí. El viaje para sorprender a Andrea estaba en marcha, y la anticipación de verla en persona, sin previo aviso, me hacía sonreír involuntariamente.
—¿Listo para esta locura? —preguntó Josh, dándome una palmada en la espalda.
—Más que listo, —respondí, aunque en el fondo, una parte de mí seguía preocupada por cómo reaccionaría ella. ¿Se alegraría de verme? ¿O pensaría que era demasiado invasivo?
Nos dirigimos hacia la puerta de embarque, siguiendo el flujo de pasajeros que se dirigían al avión. El bullicio del aeropuerto llenaba el ambiente, mezclándose con el zumbido constante de las conversaciones y el murmullo de las personas.
Las luces brillaban intensamente sobre nosotros, iluminando el camino mientras avanzábamos por el pasillo hacia el avión. Tanto Josh como yo estábamos ansiosos por lo que nos esperaba al otro lado del vuelo.
Mientras nos acercábamos al avión, el sonido de los motores resonaba en el aire, creando una atmósfera de movimiento y energía. Las azafatas saludaban a los pasajeros mientras ingresaban, y el aroma a combustible de avión se mezclaba con el aroma familiar de los viajes.
Finalmente, llegamos al pasillo de embarque y subimos al avión, encontrando nuestros asientos y acomodándonos para el largo vuelo por delante.
El avión había alcanzado su altura de crucero, y a nuestro alrededor, los pasajeros se acomodaban en sus lugares o aprovechaban para ir al baño. Algunos ya estaban durmiendo, otros veían películas o leían libros. Josh, sentado a mi lado, se había puesto los auriculares y se sumergió en una serie de televisión.
Sentí la necesidad de hacer algo productivo con el tiempo que teníamos. Saqué mi libreta y un bolígrafo de mi mochila, decidido a poner en palabras todas las emociones que estaba sintiendo.
Abrí la libreta en una página en blanco y me quedé mirando el papel por unos momentos, dejando que mis pensamientos se ordenaran. Comencé a escribir, dejando que las palabras fluyeran sin filtro:
"Cada mensaje, cada risa, forjamos nuestro lazo,
Atravesando distancias, superando cada paso."
Las palabras salían fácilmente, como si estuvieran esperando este momento para manifestarse. Cada línea que escribía traía consigo una nueva ola de emoción, y pude sentir la música formándose en mi mente.
Miré por la ventana, observando las nubes que se extendían bajo nosotros. La vastedad del cielo reflejaba la inmensidad de lo que sentía por Andrea. Era increíble cómo alguien podía tener tal impacto en tu vida, incluso desde lejos.
"Tú, la canción de mi vida, yo, la nota que completa la melodía,
Nuestros corazones se entienden, bailando en esta sintonía.
Volando hacia ti, mi corazón late más fuerte,
Pronto te tendré en mis brazos, sentiré tu calor presente."
Terminé de escribir y me recosté en mi asiento, cerrando los ojos por un momento. La canción no estaba completa, pero ya tenía el esqueleto de algo hermoso, algo que capturaba la esencia de lo que Andrea y este encuentro significaba para mí.
—¿Qué estás escribiendo? —preguntó Josh, sacándose un auricular y echando un vistazo a la libreta.
—Una canción, —respondí, sonriendo.
—Va a ser un hit, —dijo Josh, dándome una palmadita en el hombro. —Sé que le va a encantar.
—Espero que sí, —dije, volviendo a mirar mis palabras. —Realmente espero que le guste.
Pasé el resto del vuelo trabajando en la canción, afinando las palabras, ajustando las rimas. Cada vez que pensaba en Andrea, una nueva idea surgía, y la canción crecía, transformándose en algo más poderoso, más preciso y sincero.
Sabía que, al final, no importaba cuánto tiempo tomara llegar a ella. Estábamos destinados a encontrarnos, y esa certeza me daba la fuerza para seguir adelante, para seguir escribiendo, para seguir soñando.
Cuando finalmente levanté la vista de la libreta, me di cuenta de que habían pasado horas desde que comencé a escribir. El avión seguía avanzando a través del cielo, pero mi mente estaba en otro lugar.
Guardé la libreta con una sensación de satisfacción, sabiendo que había capturado algo especial y personal en esas páginas. Aunque el viaje aún no había terminado, me sentía más ligero, más inspirado y menos nervioso.
Desperté con un estiramiento incómodo, sintiendo cada músculo protestar por tantas horas en la misma posición. Mientras trataba de acomodarme en mi asiento, escuché murmullos a mi lado. Giré la cabeza para ver a dos chicas que parecían estar hablando sobre algo con entusiasmo.
Una de ellas se levantó de su asiento y se acercó a mí, con los ojos brillando de emoción. Su pregunta me tomó por sorpresa.
—¿Eres Christopher Parker? ¡No lo puedo creer! —exclamó con incredulidad.
Asentí con una sonrisa, sorprendido por el reconocimiento.
—Sí, soy yo. ¿Puedo ayudarte en algo? —respondí, tratando de ocultar mi sorpresa.
La chica parecía emocionada y nerviosa al mismo tiempo, como si no pudiera creer que estuviera hablando conmigo.
—¡Eres uno de mis cantantes favoritos! Escucho tu música todo el tiempo. ¿Puedo tomarme una foto contigo? —preguntó, sacando su teléfono con manos temblorosas.
Sonreí ante su entusiasmo y asentí, dejándome fotografiar junto a ella. Mientras posábamos para la foto, las miradas curiosas de los otros pasajeros se posaron sobre nosotros.
—¿Entonces, qué hay de la chica misteriosa de tus canciones? —preguntó la chica con una sonrisa traviesa mientras guardaba su teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón.
—Estoy en camino para ir a sorprenderla —respondí con una sonrisa, sintiendo un cosquilleo de emoción al pensar en Andrea.
La chica dejó escapar un suspiro dramático, haciendo un gesto como si se estuviera derritiendo.
—¡Qué romántico! ¡Me encanta! —exclamó con una mirada de admiración.
—Gracias, espero que salga como lo planeo —dije con una sonrisa, agradecido por sus palabras de ánimo.
—Bueno, Christopher, ha sido genial conocerte. Realmente estoy feliz de que estés bien y que estés yendo tras tu felicidad. ¡Buena suerte con ella! —se despidió con una sonrisa, extendiendo la mano para darme un apretón.
—Gracias, fue un placer conocerte también. —respondí, devolviéndole el apretón con gratitud.
Mientras se alejaba, sentí una oleada de calidez y energía. Era reconfortante saber que tenía el apoyo de los fans en momentos como este.
En cuanto ella se sentó, el piloto dio la señal para que ajustáramos los cinturones de seguridad. La voz resonó por el altavoz, calmada y profesional, anunciando nuestro aterrizaje. Sentí cómo mi corazón comenzaba a latir más rápido, y un nudo se formó en mi estómago. Estaba a solo unas cuantas horas de ver a Andrea.
—Ya casi llegamos —comentó Josh, mirándome con una mezcla de emoción y apoyo en su mirada. Él sabía lo importante que era este momento para mí.
—Sí, lo sé. No puedo creer que esté tan cerca de verla —respondí, tratando de mantener la calma mientras ajustaba mi cinturón.
Miré por la ventana, viendo cómo las luces de la ciudad comenzaban a hacerse más visibles a medida que descendíamos.
Las emociones se agolpaban en mi pecho: emoción, nerviosismo, y una anticipación que no podía controlar. Todo lo que había imaginado en esos mensajes y llamadas estaba a punto de hacerse realidad.
—Todo va a salir bien, Chris. Ella va a estar encantada de verte —dijo Josh, dándome una palmadita en el hombro.
Asentí, tomando una respiración profunda, cerré los ojos por un momento.
Cuando abrí los ojos, ya estábamos en tierra firme, y una ola de alivio me recorrió. Estábamos a un paso más cerca.
El avión rodó hasta la puerta de embarque, y los pasajeros comenzaron a levantarse para recoger sus pertenencias. Josh y yo hicimos lo mismo, intercambiando una mirada de complicidad.
—Vamos a sorprenderla —dije, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a correr por mis venas.
—Vamos a hacerlo —respondió Josh con una sonrisa, y juntos nos encaminamos hacia la salida.