Sergio Rodríguez Mi intensa mirada seguía al objeto de mi obsesión en mi adolescencia escapando hacia su casa. Una irónica sonrisa se me escapo levemente, no podia creer que si hubiese aceptado quedarse en mi casa la noche anterior. Le di un sorbo a mi café recapitulando sus jadeos a mi nombre que harían enloquecer a cualquier hombre. —Por los arañazos en tu espalda veo que tuvieron una noche muy movida. Alejandro se acercaba a los gabinetes de la cocina para tomar una taza y tras esto se servía café que había sobrado en la cafetera. —¿Me araño? —Si no tuvieses tatuajes en la espalda esos arañazos podrían ser considerados tatuajes de una tribu—su voz sonaba templada dándole un suave sorbo a su café—No le vi ningún chupón a ella ¿Por qué? —Mis planes han cambiado —dejaba la taza de