Gabrielle cubrió con las mangas largas de su vestido beige las marcas que todavía tenía en los brazos. Cada vez que recordaba aquellas heridas hechas por colmillos afilados sentía que aún le dolían, en sus sueños seguía escuchando aquellos perros, los gritos de Iker y el sonido de los disparos. Los días pasaban, pero los recuerdos no se iban ni la dejaban dormir en paz.
Ella se miró en el espejo y sonrió, una sonrisa un poco triste y no muy convencida, pero una sonrisa. Era un día especial, había llegado el momento de ingresar en la universidad e iniciar una nueva etapa de su vida, aunque infelizmente Gabrielle no sabía que sus sueños no se cumplirían aquel día como ella se esperaba.
-¿Estás lista? -preguntó Babe entrando en la nueva habitación de la duquesa, sin poder acostumbrarse a lo
