Solange tomó la toalla de su espalda aventándola a un lado. No quería nada que viniera de él. Era la persona más despreciable del planeta que había conocido y ahora tenía la desdicha de ser su esposa. Seguía temblando a raíz de que el aire y los truenos seguían sin cesar en el cielo nocturno. Minutos más tarde María entró a la habitación para hacerle compañía y ayudarla a secarse. Solange estaba en un ataque de nervios que difícilmente pudo controlar. No soportaba más estar ahí. Tenía que hacer algo ella misma de lo contrario terminaría muriendo por tristeza o un ataque de ansiedad. Su vida había tocado fondo y ella se sentía tan miserable que deseaba morir. Al día siguiente María tocó a la puerta del despacho de Luka, a primera hora de la mañana. El hombre se encontraba revisando un