Capitulo 24. En la facultad, qué acude Natacha hay un establecimiento, qué abarca una cuadra, enfrente hay una plaza, se cruzan a ese lugar, él ruido del cantar de los pájaros, hacen más alegre él espacio, los árboles son de cuatro metros de altura, Natacha, apoya una de sus carpetas para sentarse, la orilla de la plaza tiene pavimento; Está sucia, Barak la toma de la mano, la mira fijo a los ojos. —Te escucho ¿Qué tienes para decirme? Natacha, con voz entrecortada. — Lo qué tengo, para decirte no es nada fácil. Se abrazaron nuevamente, por un largo rato Natacha, se refugió en sus brazos buscando sus labios, una lágrima apareció, en su bello rostro. —Amor, no llores estoy aquí para cuidarte, no es necesario qué hables, dímelo en otro momento. No dijo, ni una sola palabra miró dónde