Luciana se sentó en el sillón que había en la oficina de Santiago no podía creer lo que había pasado, no sólo se había lanzado a besarlo, no, sino que también lo vio irse con una mujer hermosa, mientras él volvía a tratarla con esa frialdad que odiaba, porque había conocido al hombre tierno, amoroso y apasionado que vivía en él, quería llorar, correr y esconderse, pero no lo hizo, no era lugar. La puerta se abrió y ella levantó la cabeza emocionada, pensando que Santiago se había devuelto para estar con ella, pero no fue así. —Por tu expresión, veo que te decepcioné — dijo Ronald divertido. —Papá, no estoy para tus comentarios — dijo molesta, cuando se levantó para irse su padre la detuvo. —¿Qué pasa Luciana Brown? — dijo serio. —Nada — dijo molesta y dispuesta a irse, pero al fina