Ninguno dijo nada después de eso, primero porque él había durado más de media hora contándole su vida y segundo porque faltaba poco por llegar al lugar, así que Luciana decidió admirar el paisaje. Ambos se sentían cómodos. A lo lejos pudieron observar cómo se veía una enorme y esplendorosa mansión, la atmósfera era increíble, la mansión estaba rodeada de pura naturaleza y por supuesto el viñedo, Luciana entendió en ese momento porqué su amiga había quedado enamorada de ese lugar. Él viñedo se encontraba exactamente en Long Island, New York, la propiedad era como un negocio, propiedad de la familia Guiachetti, misma que se encarga de la operación del lugar y la producción del vino. En cuanto se bajaron del auto todos estaban fascinados. —Me encanta el lugar — dijo Luciana en voz alta