En el camino a la casa de Santiago ninguno dijo nada, pero él quería saber de ella, quería que tuviera la confianza que él le había tenido, claro está que no podía obligarla. —¿Puedo preguntarte algo? — dijo algo inseguro, eso hizo que Luciana se girara a mirarlo. —Claro, dime. —¿Qué cosas te gusta hacer? A parte de trabajar. — no quería ir directo al punto, porque en realidad también quería conocer que hacía. Luciana no pudo evitar sentirse algo incómoda y no porque la pregunta fuera descortés, sino porque ella simplemente había dejado de vivir la vida como era. — No tienes que contestarme si no quieres. — Luciana solo suspiró. —No es que no quiera contestarte, es que simplemente me dedico a trabajar — Santiago frunció el ceño al oírla. —¿Por qué? Eres joven, ¿no sales ni con Ir