Kenji caminaba por los pasillos pensando en Yuriko e imaginándose su expresión al encontrar el regalo que le dejó escondido en el estudio del apartamento, mientras que Natsuki miraba por un gran ventanal cómo caía la nieve sobre el jardín posterior de la mansión, creando un paisaje albino como el que los artistas gráficos recrean para ilustrar los cuentos que narran sobre la Navidad. Aunque se sentía extasiada por lo que admiraba, su mente relacionó la nevada de esa noche con la de cinco noches atrás y el recuerdo de la hermana huyendo junto a su amado llegó de golpe e hizo que derramara una lágrima. Kenji la encontró en el preciso momento en que colocaba la mano sobre el vidrio del ventanal, como habían hecho ambas hermanas para despedirse, y la solitaria lágrima recorría su mejilla. La n
