Capítulo 10

803 Words
"Su corazón late adolorido, ya no hay más nada que decir. Él jugaba y ella le creía, se siente estúpida y arrepentida. De caer, de confiar, cuando se había prometido que no iba a volver a pasar" ~~~~~~~~~~~~~~~~~~ «¡Maldita sea! ¡Hijo desgraciado de su madre! ¿Es que acaso no vio que...? ¿Pero cómo se le ocurrió...? ¿Es que es tonto o...? ¡Ya cálmate Sarah, que te va a dar un puto infarto!» Esto pensaba la castaña, mientras revisaba el mensaje que le habían enviado por enésima vez. Al principio la frase: «Edward tiene novia» era la que más le resaltaba, pero al leerlo de nuevo, la frase: «Lo suyo es sólo un juego, ¿cierto?» había ocupado su mente y una palabra rondaba su cabeza como una gota de agua de tortura china. «Juego» «Juego» «Juego» Sarah frunció el ceño de nuevo y le dio rítmicamente al piso para tratar de calmar su ansiedad. No le había respondido a Edward el último mensaje, pero pensaba confrontarlo y así aclarar las cosas en persona. Miraba la entrada de vez en cuando, pero el moreno no aparecía. Se sentía presa de pánico, pero se dijo a sí misma que debía haber una explicación, o eso esperaba. De pronto, la figura de Edward se asomó por la puerta y Sarah se levantó como un resorte dirigiéndose de inmediato hacia él. —¿Puedo hablar contigo? —le preguntó sin saludar Edward la miró algo perplejo, pero asintió sin decir nada. Ella trataba de controlar el temblor de sus manos y la desazón que tenía en el pecho. Ni siquiera sabía como sacar el tema a colación o por dónde empezar. —Sarah... —¿Me dejas hablar a mi primero, por favor? —le cortó seca— Quiero aclarar un asunto —De acuerdo —convino él, de brazos cruzados Sarah tomó una bocanada de aire y la soltó lentamente para tratar de calmarse. Se sintió un poco mareada, pero se sostuvo con ambas manos para no trastabillar. —¿Estás bien? —inquirió él, preocupado —No, Edward, no estoy bien. Nada está bien —Sarah cerró los ojos y soltó un hondo suspiro— ¿Puedes decirme por qué no me dijiste que tenías novia? —Todos aquí lo saben... —empezó él —Todos aquí menos yo —lo cortó, seca— Por lo tanto, creo que hubiese sido cortés de tu parte decírmelo, o mejor, no acercarte a mi en plan de don juán, cuando ya tienes a quien decirle piropos y cumplidos —Sarah, en cuanto a eso, no me respondiste la pregunta... —¿Qué pregunta? Edward la miró con una mueca. —¿Yo te gusto, Sarah? Ésta le frunció el ceño. —Sí El moreno cerró los ojos y soltó un suspiro. —¿Qué esperabas, Edward? —replicó ella— ¿Te acercas a mi y armas toda una comedia romántica, y ahora te haces el sorprendido de que tu estrategia haya funcionado? —¿Mi estrategia? —alzó ambas cejas, perplejo —¿Ah no? —su tono era retador— ¿Y entonces con que propósito te acercaste a mi? —Pues... —Edward rascó su cabeza— Quería conocerte, hablar contigo y... —¿Así te acercas a todas las mujeres o yo fui la única desafortunada? —lo cortó ella —Sarah, no es lo que piensas... —¿Entonces qué carajos es, Edward? —alzó los brazos, exasperada— ¿Conquistarme para luego dejarme tirada como trapo usado? —¡Claro que no! —exclamó él, acalorado— Mi intención no era lastimarte, Sarah. Nunca lo fue. —O sea que sí jugaste conmigo... —susurró con la mirada fija en un punto, como si hablara para sí misma —Sarah... —¿Y qué esperas ahora? ¿Un aplauso? —su tono irónico era palpable, pero su voz se quebró, y tuvo que detenerse para que las lágrimas no se le escaparan —Sarah... —Edward trató de acercarse a ella, pero ésta se apartó y tomó aire de nuevo —No entiendo por qué lo hiciste —Sarah, lo de mi novia se escapó de las manos —trató de explicarse— Sus padres no me quieren y casi no nos vemos. Con decirte que sólo la he besado una vez... —No necesito que me cuentes todos los detalles, Edward —lo cortó Sarah, tratando de deshacer el nudo que se le había hecho en la garganta— ¿Por qué aún así te acercaste a mi y fuiste tan insistente? Dime, ¿acaso te gusta jugar con las mujeres o qué? —No sabía que ibas a sentir algo por mi —dijo él incómodo, luego de un largo silencio Sarah sintió un escalofrío bajar por su espalda ante sus palabras. «O sea que sí jugaba, pero no pensaba que fuera a caer» pensó con dolor Su rostro se desencajó y el nudo en su garganta se intensificó. Se lo había prometido, había decidido a no caer por nadie y ahí estaba, sintiéndose tan tonta y adolorida por haber creído que las palabras, cumplidos y coqueteos de Edward eran reales. Sabía que no debió haber caído, no con lo que le había pasado la última vez. 
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