" Los «lo siento» no tardan en aparecer, y ella no los quiere creer.
«Lo lamento, soy un idiota»
le dice él, probablemente arrepentido,
le conmueven sus palabras, volviendo su cabeza un nido.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Sarah salió corriendo tan deprisa que casi cayó de bruces contra el suelo.
Necesitaba alejarse, tomar aire fresco. El nudo que apretaba su garganta amenazaba con estallar y por nada del mundo iba a llorar frente a todos, por lo que trató de escapar rápidamente antes que sus ojos se desbordaran.
No se había dado cuenta que estaba siendo seguida, hasta que sintió que alguien tomaba su brazo. Se sobresaltó un poco pero frunció el ceño al ver de quién se trataba.
—¡¿Qué quieres?! —espetó furiosa
—Lo lamento de verdad, Sarah —Edward la miró fijamente, con expresión torturada— Créeme que no era mi intención lastimarte
—Ya deja de repetir eso como un maldito loro —rodó los ojos— Y deja de seguirme, Edward
—Quería ver que estuvieras bien...
—Pues ya ves que sí —lo cortó seca— Ahora por favor, te agradezco que me dejes sola
—Pero...
—¡Vete ya! —cerró los ojos— Por favor... —su voz se quebró
—No voy a irme, Sarah
—¡DIOS! —exclamó ella, mirando hacia el cielo
No entendía por qué lucía tan preocupado, cuando era consciente del daño que había hecho. Porque no cabía en su cabeza que él no hubiese hecho eso adrede para su diversión.
«Tal vez sea su conciencia, si es que la tiene» pensó con ironía
Edward la observaba fijamente con una mueca. Jamás pensó que algo así pasaría. Creyó que ella estaba al tanto de que sólo era un coqueteo un poco inocente y nada más.
No dudó en que se convirtiera en algo un poco más íntimo entre ellos, ya que le gustaba su parte pervertida y le gustaba mucho sus conversaciones, pero no pensó en que tendría esos sentimientos por él, no una mujer como ella.
—Lo lamento, soy un idiota —sacudió la cabeza— De verdad lo siento mucho, Sarah
—Ajá— se limitó a responder
—Sarah...
Ésta dio media vuelta y se alejó corriendo, pero esa vez no la siguió.
Se veía muy alterada y necesitaba tiempo a solas. Pero se quedó muy preocupado por ella y se reprochó a si mismo varias veces por jugar al coqueteo de nuevo con alguien como Sarah.
Cerró los ojos y soltando un suspiro, se alejó de allí también, del sitio en el que tantas veces habían compartido.
*****
Sarah miró los mensajes una y otra vez, preguntándose en qué momento había confundido las cosas.
¿Sería su culpa?
Sabía que en parte la tenía, por haber recibido los halagos con una sonrisa, por haber cruzado el límite de la intimidad, por haber abierto su corazón a alguien que no conocía bien.
No importaba la afinidad o la conexión que sentía con él, debió esperar para saber a qué atenerse, pero ya era tarde y lo sabía, sólo quedaba asumir las consecuencias de sus actos.
El sonido de su celular llamó su atención y revisó algo dudosa la pantalla.
Era su amiga Kim.
«Hola, Sarah linda. ¿Qué tal estás?» 7:31 pm
«Hola, Kim bonita. Estoy bien ¿y tú?» 7:32 pm
«¿Bien de verdad o es el "bien" genérico?» 7:33 pm
Sarah sonrió un poco ante este mensaje. A veces, su amiga parecía leer su mente o era una especie de bruja.
No sabía si contarle lo que pasaba, ya que estaba segura de que buscaría a Edward sólo para aplastarle las pelotas.
«Bien genérico, la verdad» 7:35 pm
«¿Y eso chiquita, qué te ocurre?» 7:36 pm
Sarah decidió no contarle nada por los momentos. De verdad necesitaba meditar y aclarar su mente, antes de involucrar a más personas. Ya después le contará a su amiga todo el asunto.
«Cosas de mi vida. Luego te cuento» 7:38 pm
Siguieron hablando por largo rato hasta que Sarah se acostó en la cama mirando hacia el techo, pensando en todo lo que había pasado, en cómo habían cambiado las cosas.
Estuvo un rato así, cuando escuchó su celular sonar de nuevo.
«¿Y ahora que se le olvidó a Kim?» pensó, extrañada
Pero no era Kim quien le escribía, sino alguien que no se esperaba para nada. Frunció el ceño al ver el remitente.
«Hola, Sarah. De verdad lamento mucho lo que ocurrió hoy. Espero de verdad verte mañana y que podamos estar bien. Cuídate mucho, por favor» 8:42 pm
Sarah sacudió la cabeza y contuvo las ganas de responder. No debía hacerlo pero sí quería, por lo que estaba dividida entre lo que deseaba y lo que era mejor.
Dejó el teléfono en la cómoda y se recostó de nuevo mirando de nuevo hacia el techo, decidiendo así lo que era mejor para ella.
Pasó un buen rato antes de volver a escuchar su celular.
«Sarah, ¿estás allí?» 9:27 pm
Ésta soltó un suspiro y pulsó el botón de apagar. Definitivamente ésa noche iba a ser muy larga.