Justo cuando me iba a disculpar con mi jefe, se escucha que tocan en la puerta. El Sr. Ernesto cambia su semblante burlesco a uno más serio apartando su vista de mí. Suspiro de alivio, me salvé. - Pase – ordena. - Señor, son ya las siete de la tarde, esperamos sus indicaciones para poder retirarnos a nuestra casa. - Quién haya terminado sus actividades por hoy puede retirarse – dice. - Si señor, hasta mañana – Se despide Leyla cerrando la puerta tras de mí. El señor Cazares dirige su mirada nuevamente a mí, pero ahora su mirada es severa. - Tú te quedas, hasta que yo me vaya – me ordena al momento que se pone de pie toma su celular de la mesa y hace una llamada. No puedo creer que todos se vayan a casa y yo aún este aquí trabajando. Me llevo una mano a mi estomago sinti