Su beso fue la combinación perfecta entre lo más oscuro que existe en los abismos del infierno y la pequeña luz al final del túnel. Era amargo, pero también dulce y hasta ácido. Derretía, congelaba, ardía y quemaba. Las manos de Noha dejaron de topar sus mejillas y de manera rápida ya estaban en los muslos de Megan. Era una condena caliente para ella que obligaba a ceder. Cuando ya se dio cuenta estaba retrocediendo y dejándose caer en la cama. Megan sentía las ganas de detenerlo, pero su cuerpo no respondía, parecía querer complacerlo y entrargarse a su demonio por completo. Noha besó el cuello de Megan, su aroma y piel ahora le pertenecía. Los labios de su acompañante se abrieron en su contra, los mordía y enterraba ambas manos en los cabellos de Noha. Él empezó a bajar, para su suer