—Para con eso Kelly, lo que buscas no existe, al igual que un matrimonio que funcione, ¿cierto Abba?
Ante esa indirecta subían al elevador, dejándome pensativa si era correcto lo que señalaba.
Pese a que quería evitar los comentarios de Dona, procedí a tomar otro elevador. Minutos después llegaba al departamento, teniendo como sorpresa que las luces estuviesen apagadas y solo algunas velas fuesen las que alumbraran el espacio, además de ello, Fabricio estaba allí, despierto y con una cena que al parecer era para ambos.
Como pude evite seguirle el juego a Jeremy y al resto, proponiéndome preparar la cena esa noche. Aunque aún no caía en cuenta de que había enojado a Abba a tal magnitud, planeaba que de esa forma olvidara todo y continuáramos como lo veníamos haciendo.
Verla llegar con un semblante que al parecer le sorprendía el detalle me condujo a aproximarme para saludarla.
—Buenas noches querida, espero te haya agradado lo que hice.
—Pues sí, me sorprendió un poco, por lo general hacías este tipo de cosas al principio del matrimonio.
—Siendo asi no esperemos más y tomemos asiento—siendo caballeroso como solía serlo en un principio saque la silla para ella.
Tras unos minutos de silencio mientras degustábamos la comida quise tocar el tema que había sido el promotor para llevar a cabo la cena que había preparado—. Abba, mi propósito de todo esto que ves es para disculparme por lo de anoche, el verte enojada es algo que no disfruto.
Su mirada posándose sobre mí luego de tomar de su copa me alertaba que se venía un comentario de su parte, aunque no sabría de qué tipo ya que su rostro no reflejaba felicidad.
—Supongo que sabes el porqué de mi disgusto.
—Pues, mencionaste que era nuestro aniversario y yo lo olvide.
—¿Crees que solo es eso? ¿No crees que algo más alla que tus constantes olvidos sobre fechas importantes esté afectando nuestro vínculo?
La mirada que reflejaba empezaba a tornarse como la de la noche anterior, a tal punto que se levantó del asiento para seguir a la habitación, en ello me interpuse, no terminaba de comprender que ocurría con ella, ¿de qué estaba hablando?
—¿Qué haces? ¿Porque dejas la cena a medias?
—¿No comprendes, de veras Fabricio?
—Se mas explicita, intento comprender, pero…
—¡¿Que es tan difícil de comprender?! Atiendes miles de patologías diariamente y a mí que soy tu esposa no me notas y menos aun no me entiendes, olvidas lo que tenemos y ayer quedó reflejado.
—¿Es por olvidar el aniversario? Querida vendrán muchos más…
—No lo entiendes, no es solo eso, mírame, respóndeme una duda que me está agobiando. ¿Acaso despierto pasión en ti, te excito de alguna manera, te parezco atractiva?
Con su cercanía y esas palabras que transmitía mientras señalaba su cuerpo, me confundía, no terminaba de caer en cuenta porque destacar eso cuando la he amado todo este tiempo.
—Abba, cálmate, a que viene eso ahora, te amo, como…
—No hablo de amor, me refiero a deseo, lujuria, todo eso que deberían sentir dos personas casadas que viven bajo el mismo techo.
Mi silencio ante su pregunta tal parecía que no le agradaba ya que desvió la marcha hacía la puerta del apartamento, conllevando a que saliera de un modo que daba alusión de estar furiosa.
El quedarme admirando el semblante de Fabricio era algo que me negaba a hacer, no podía concebir como no entender mis palabras y mi comportamiento. En medio de todo ese pensar caía en cuenta de que Excel a pesar de su comportamiento fijaba su atención sobre mí, más alla del morbo que acentuaba en sus palabras y manera de mirarme, era alguien que al parecer sabia mis necesidades e intereses.
Deteniéndome mientras esperaba la dirección del semáforo pensaba a donde ir, que deseaba en esos momentos. Tras algunos segundos divagando creí prudente dirigirme al bar que habían mencionado mis compañeras de trabajo. Aunque no era de frecuentar ese tipo de lugares nunca es tarde para hacerlo, además, que podía perder.
Dada las circunstancias en las que salí del departamento había olvidado cambiarme, por ello me incomodaba un poco incorporarme al lugar de esa manera, no obstante, creí prudente dejar a un lado ese detalle y relajarme. Motivo que era el que tenía propuesto.
Contemplando el lugar comprobaba que era cierto, tal parecía que era noche de chicas, ya que el sitio estaba abarrotado de mujeres y en menor cantidad por hombres, mismos que aparentemente se veían abatidos por la bebida.
Sin haberme percatado al poco tiempo de encontrarme observando mi alrededor, Dona se situaba a mi lado, la cual de un modo extraño traía dos copas en mano.
—Al parecer no me equivoque, de lo contrario no estarías aquí.
—¿De qué hablas?
—De tu fraudulento matrimonio, pero, olvidemos eso y unámonos al resto, ven, de seguro te ayudara a olvidar lo que sea que haya sucedido.
Dejándome guiar por lo que decía tome una de las copas que traía consigo.
Quizás no era lo correcto o estaría equivocada, no lo sabría, pero el estar allí me abría a otro mundo, uno que yo misma cerré al compenetrarme en esa relación que desde los diecisiete he mantenido con Fabricio, alguien que al parecer no me conocía como llegue a pensar.
Copa tras otra mientras admirábamos a los bailarines contorsionándose me llevo a ir al sanitario, luego de hacer lo que tenía previsto y me disponía a salir Dona estaba frente a mí.
—¿Qué haces aquí?
—Vi que no estabas y pensé en buscarte.
—Pues ya me encontraste, salgamos.
—¿Cuál es la prisa? ninguna se ha percatado que no estas, solo yo—con eso que refería me apoyaba a una de las paredes del lugar.
—¿Qué crees que haces? No tengo interés por las chicas.
—Yo tampoco, pero tú me enciendes de la misma manera que lo hace Excel, algo extraño ya que soy muy selectiva con mis gustos e intereses.
De forma repentina luego de referir ese comentario su boca invadió la mía, de un modo que no parecía ser la primera vez para ella, a través de ese contacto que evitaba que me zafara experimentaba otra cosa que tampoco había probado antes.
En ese desbalance en el que se encontraba mi vida personal me dejaba llevar por ese beso que acompañado de toqueteos provocaba una chispa, misma que me calentaba de una forma inexplicable.
Jamás había tenido algo con otra chica, ni siquiera en la adolescencia cuando cursaba los estudios en un instituto para señoritas.
Percibiendo sus manos sobre mi busto decidí detener esto, había llegado a excitarme y no tenía lo suficiente para quitar esa necesidad que había provocado.
—Es suficiente Dona… no sigas, esto debe parar aquí—habiendo mantenido la distancia necesaria decidí salir del sanitario.