Capítulo 8

1020 Words
Helena. Esperé a la madre fuera y cuando vi el auto de lejos mi corazón comenzó a latir rápido. No estoy acostumbrada a que mi hijo se separe de mí y al no tenerlo anoche, no pegué un ojo. Se fue enojado de la casa, ya que quería ver a Alex, pero le expliqué que era una cena de gente mayor, pero de todos modos grito, pataleo, y lloro hasta que entró en el auto No puedo permitir que mi hijo conviva con él. Cuando sale Andy del coche pasa de mi lado y ni siquiera me da un abrazo y mucho menos una mirada. Creí que se le habría pasado el enojo para este entonces. —¿Helena, vas a trabajar hoy? —Pregunta desde el coche Anni, la madre del amigo de Andy. —Si, por cierto, muchas gracias por cuidarlo —No hay problema, te veo en el trabajo Trabajo como vendedora de ropa femenina. Es un trabajo horrible, ya que tengo que estar parada y sonriendo 8 horas al día. Mi turno empieza a las once de la mañana, tengo descanso de una hora para almorzar a las tres y terminó a las ocho de la noche. En veinte minutos tengo que entrar en mi turno y no tengo tiempo para las rabietas de Andy... En realidad, las tendría, pero como escuche decir «Ales» de su boca creo que voy a estallar. No pude pegar un ojo en toda la noche. Estuve tentada en hacerlo con Kyle solo para demostrarle a Alex que lo amo, pero no pude hacerlo. Apenas puedo besarlo, maldición. Ahora estoy como un zombi en el trabajo y la gente que me ve, se va por otro lado. Los entiendo, yo tampoco estoy de humor para hablar con nadie. —¿Buena noche? —Dijo una voz que conocía muy bien detrás de mí. —Vete a la mierda. Y fuera de mi trabajo —Digo sin mirarlo —¿Lo hiciste con él? —Pregunta serio Mentir o no mentir, esa es la cuestión. Me di la vuelta y le sonreí. —Si, lo hice, y lo pasé de maravilla. Nunca creí que un hombre podía darme tanto placer —¡Helena! ¡Ve a buscar la ropa que está en el almacén, la bolsa número tres y ponla en el maniquí que está en la vidriera! ¡Ahora! —Hago lo que mi jefe gordo y calvo me dice. Paso por al lado de Alex y me siento muy feliz conmigo misma. Cuando entro en el almacén, empiezo a buscar la bolsa número tres, el problema es que hay como cien bolsas. Siento como la puerta se cierra detrás de mí y unas manos poderosas me toman la cintura. Mi piel comienza arder y mi cuerpo también. Alex me da la vuelta y pega su frente con la mía «No puedo con esto. No puedo con esto.» —¿Lo hiciste con él? —Vuelve a preguntar. Está completamente nervioso y fuera de sí y me encanta. ¡SIENTE LO QUE SIENTO YO CADA VEZ QUE ME BUSCAS INFELIZ!        —Suéltame —Le ordeno ya bastante nerviosa también. Siento que voy a morir de calor cerca de él, su piel con la mía quema. —Respóndeme —Inquiere sin soltarme ni dejarme retroceder ni un centímetro —¡Si! ¡Lo hice! —Grité histérica sin mirarlo a los ojos. No podía mentirle y mirarlo. Es algo que nunca pude hacer y no quiero intentar ver que tanta fuerza de voluntad tengo ahora. —¡Mentira! Mírame a los ojos y dímelo —Gruñe en mi cara. Lo miro. Está mirando fijamente y buscando mis pensamientos. Tomando todo lo que ve y... No puedo decirlo. No puedo mentirle. —Lo sabía —Dice aliviado. Luego sus ojos vuelven con agresividad a los míos. Intentando llegar a mí y no le sale para nada mal. De hecho, muy bien—. Te quiero tanto… Agresivamente y sin ningún toque de dulzura Alex pega sus labios a los míos. Yo intento librarme de él y sus posesivas manos en mi cuerpo.   Dios, no puedo mentir. Se siente tan bien, tan, tan, bien. Sus manos en mi cuerpo y su boca con la mía. No sabía cuanto extrañaba esto «No le quieres Helena, no le quieres» Lo empujo lejos y él lo hace. Está agitado y yo también. Nos quedamos mirando como dos enemigos y yo quiero pegarle hasta dejarlo inconsciente. Pero sus labios. SANTO CRISTO. Hace cuánto no me besan así. Hace cuanto no siento esto en mi cuerpo. Vuelvo a la vida... Seguimos mirándonos y Alex llora. Me derrumbo. Alex, está llorando y con sus manos arrancándose el pelo. —Dios sabe cuanto extrañaba esto, maldición —murmuró él para sí mismo y se apoya sobre la puerta. No lo amo, pero si le deseo. No puedo negar que amo lo que produce su toque con el mío. Lo odio, quiero que se vaya de mi vida lo antes posible, pero también quiero que me tome y me bese de nuevo. Al mismo tiempo y como instinto, ambos caminamos uno hacia el otro rápido y con paso firme. Salto hacia él y enredo mis piernas en su cintura. Algo tan familiar a la Helena de antes. Él me abraza y me apoya contra la pared. Nos besamos frenéticos, desesperados y totalmente excitados. Mi entrepierna choca contra la dureza de sus pantalones y ambos gemimos sobre nuestras bocas. Alex levanta mi falda y me aprieta el trasero. ¡Dios, Dios, Dios!  No era consciente de cuánto necesitaba esto. Sus manos tocándome, sus labios besándome. Es tal la sensación que produce en mi cuerpo que quiero llorar y lo hago. Lloro como hace mucho tiempo no lo hago. Hace tantos años no baja una lágrima por mis mejillas y ahora bajan cien. Este chico, que me abandonó hace años... Aún está metido bajo mi piel, dejando marcas en mi cuerpo y abriendo viejas marcas en mi corazón. No lo amo. Pero no estoy tan lejos de hacerlo y no pienso permitir que ocurra.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD