Demian no pudo volver a centrarse en su sueño, se desvelo observando a Adela y cada uno de sus detalles... A las siete de la mañana Theo apareció por el marco de la puerta con una cara de disculpas por interrumpir y levantando sus hombros instantáneamente por la urgencia de su presencia. —Buen día, ya llego...— Traga saliva con una sonrisa en su rostro. Demian sonríe, de costado, saca el brazo con el cuál rodea a Adela y se levanta con cuidado de la cama, mientras que tapa con su blanco acolchado. —¿Estás bien?— Achina sus ojos. Theo rueda los suyos. —Estoy limpio. Y lo haré.— Mueve sus manos. Estaba demasiado ansioso, y había estado evitando durante toda la madrugada a hablar con Elena y contarle lo que iba a hacer. —¿Donde está?— Se coloca su camisa negra y arremanga las mangas