Tres horas había podido dormir el joven rubio. Pero esas simples horas, le habían alcanzado para despejar su mente y relajar su cuerpo de la tarde dura que había tenido. Se remueve en la cama, y destapa con furia mientras toma su celular de la pequeña mesa de luz que tenia a su lado. El cielo aun estaba oscuro, pero le gustaba despertar y ver como primero el cielo y toda la vista panorámica de la ciudad. Seis mensajes de voz, y nueve de texto, cuatro llamadas perdidas y una entrando en ese mismo instante, de su abogado. Rechaza la llamada y se mete rápidamente en el baño, dejando el celular tirado en la cama. Si había algo que lo sofocaba era leer y responder mensajes de texto, para eso tenía su amigo Theodore, que era mucho más que eso, más que un asistente, más que un jefe de seguridad