Capítulo 35: La primera traidora

1510 Words

Fernando Angelo y Alonzo se habían encargado de al menos darme un par de cosas para entretener mi confinamiento obligado. Al menos pude hallar dentro de aquella enorme y aburrida casa un gimnasio que no estaba mal para mi gusto y un recién colocado saco de box que no dudé en usar desde el primer día. Golpear aquella bolsa de arena se empezaba a volver uno de mis pasatiempos favoritos y es que, podía sentir cómo se acumulaban en mis nudillos todos los problemas que me aquejaban. En mi extensa imaginación, aquellos golpes hacían desaparecer todos mis males. Cada puño enterrado en esa bolsa liberaba un poco de la presión contenida en mi interior. Afortunadamente se encontraba bien sujetada al techo como para aguantar todos mis trancazos. Toda mi rutina y tranquilidad se había ido por el

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