Sofia –Juro que a veces no puedo más con Matteo. El suspiro que Mónica lanzó al aire denotó todo su cansancio. Emiliana la miró de reojo mientras que yo solo opté por ayudarla a sentarse en el sofá más cercano. Aquella mujer era como mi madre. Me acogió en su casa tras el fallecimiento de mis progenitores y pese a mi carácter complicado nunca se rindió conmigo o me echó. Tenerla en mi vida fue como la luz bendita que me cubrió tras la orfandad. Podía decir que gracias a Mónica Fioretti y a su esposo, yo no era una huérfana sin futuro en ese momento. Me educó y trató como a uno más de sus hijos, por lo que no me alcanzaría la vida para pagarle todo ese amor. –Si bien es un niño tierno y amoroso, este paso por la adolescencia lo está metiendo en muchos problemas. –colocó los pies sob