- Buenos días – saludo sin ver realmente quien está en el comedor, pues estoy muy ocupada revisando si llevo todo lo necesario en el bolso. Hoy tendré reunión de diseño y luego una con contabilidad, también están pasando cosas extrañas en la empresa que necesito resolver en esta semana o el lanzamiento será un fracaso y eso no es siquiera una opción.
En conclusión, un día agotador, y eso sin mencionar que debo conseguir secretaria.
- Niña Venus buen día – levanto la mirada con una pequeña sonrisa y me acerco a besar la mejilla de la bajita mujer que realmente solo me lleva unos siete años, pero aun así se las arregla para tratarme con la sabiduría de una linda abuela de sesenta.
- ¡Bebé! – chilla la pequeña tremenda desde su asiento, en donde está comiendo con toda su carita sucia. Adorable y graciosa.
- Las señoritas no hablan con la boca llena – la regaño suavemente y me siento a su lado para limpiarla y tratar de enseñarle como tomar la cucharilla – Y también comemos intentando no ensuciarnos, de a poquito – agradezco a su madre cuando deja un tazón de comida frente a mi e intentando darle un ejemplo, tomo un pequeño bocado. Yogurt y cereales, delicioso. Aunque creo que preferiría unas empanadas del hambre que tengo por no haber cenado.
- Pero así te tardas más – arruga la nariz en desaprobación.
- Sí, pero no te ensucias – reglas que tuve que aprender durante mi niñez, sentarme erguida, como tomar los cubiertos, como masticar, como tomar líquidos, como respirar; fue asfixiante – Mejor come como quieras, vive feliz – le digo después de la ola de recuerdos que se me vinieron y tomo un bocado más grande llenando mis cachetes de comida.
Que yo haya sido atiborrada de aburrimiento y frustración no significa que ella tambien deba pasar por lo mismo. Ambas ríen y la menor me imita, viéndose chistosa con sus cachetes tan inflados.
- Buenos días – una voz masculina suena desde el pasillo y casi me sobresalta del susto. Dios, por un momento olvidé que ahora vivíamos con un hombre.
- Buen día – saluda Lulú, pero yo como tengo la boca llena me limito a un gesto con la mano y en apurar la comida. Será mejor que salgamos en los próximos diez minutos si quiero llegar a tiempo.
- Oda – niego con una pequeña sonrisita cuando al contrario de mí, Liliana si le responde si prestarle atención a uno de los modales básicos.
- No se habla con la boca llena, si lo vuelves a hacer no comerás almuerzo – bromeo sabiendo que la pequeña es gordita de corazón y la comida es por donde más le duele, cosa que demuestra con una exagerada cara de susto.
- ¡No lo volveré a hacer! – chilla y vuelve a llenar sus mejillas como si temiese que le quitara ese plato.
- ¿Va a desayunar? – pregunta mi linda ama de llaves antes de servirle un gran plato y una taza de café que el rechaza.
- Me gusta americano – claro, como no, el café con leche debe ser terriblemente dulce para su vida amargada.
- ¿Azúcar? – asiente y abro los ojos sorprendida cuando echa más de cinco cucharadas. Creo que le falta un poco de café a su azúcar. Retracto mi pensamiento anterior, este tipo es del dulce.
- ¿A qué hora tenemos que salir? – pregunta con el tono que tiene reservado para mí, tosco y demandante, casi parece que yo soy la que le cuida el culo. Pero agradezco haber crecido en la casa en la que lo hice porque además de muchas reglas de cortesía y modales, también aprendí a desarrollar una paciencia de puta madre.
Veo mi reloj notando que son las siete y poco más de veinte minutos, debo estar en la oficina a las ocho, pero las reuniones comienzan a las diez, también debería comenzar con las entrevistas, pero esas son para la tarde. Tenemos tiempo, sin embargo, no importa cuando llegue, tendré un día terriblemente ocupado.
- Come con calma, cuando estés listo nos marchamos – vuelvo la vista a la pequeña y abro exageradamente la boca cuando la descubro tomando de mi vaso – Eres una pequeña abusadora – empieza a reír hasta que tomo un bocado de su comida y ahora es ella la que toma el papel de indignación.
Pasamos un poco de tiempo de ese modo, Liana y yo jugando, las otras dos personas comiendo en silencio y pasando un momento agradable; claro, si omitimos el aura pesada que emite ese hombre de guerra, pero aun así nos las arreglamos para hacer un ambiente ameno independientemente de él.
- ¿Quieres manejar? – le pregunto amablemente una vez estamos fuera de la casa.
- Si no es molestia – como he dicho antes, habla con modales, pero su tono acido exige paciencia. Algún día le preguntaré que mierda ocurre con él.
- Entonces elige el que quieras – abro la extensa cochera y le señalo que se tome la libertad mientras atiendo el teléfono. Es Aaron, seguramente preguntando en donde estoy.
*POV Elijah*
Abre con un pequeño control remoto un inmenso garaje con unos cuatro vehículos adentro. Es rica, le gusta gastar dinero y lo demuestra con solo respirar, sin embargo, también he notado que tiene actitudes humildes hacia ciertas personas.
Tiene dos deportivos y dos camionetas, todo lujoso y envidiable para cualquier tipo con un conocimiento básico en autos.
- ¿Alguna preferencia? – ayer tomamos uno de los deportivos, el n***o, supongo que es el que más gusta, pero me fue algo incómodo, me gustan más los carros grandes.
- Tu manejas – hace un gesto con la mano y se aleja un poco en lo que sigue hablando por su celular.
Con muchos de sus empleados es amable y bastante considerada, incluso con esa pequeña pulga que vive en su casa, pero conmigo, aunque no ha sido prepotente como por ejemplo con la chica de su oficina, tiene un trato indiferente que me logra enfadar por algún extraño motivo.
No debería importarme ni un poco si voltea a verme o no, de hecho, no debería ni serme extraño que aquella muñeca que está en el cielo baje la vista hacia un simple y ordinario mortal.
Aun más enojado que antes, esta vez por mis pensamientos, me acerco al tablero en donde tiene las cuatro llaves y tomo la correspondiente al Range Rover, me monto y arranco suavemente hasta pararme a su lado, me bajo y le abro la puerta en un gesto algo impropio de mí pero que me nació hacer.
Es decir, no es que me nació, es solo que ella está tan concentrada en su llamada que no se ha dado cuenta siquiera que ya estoy a su lado listo para llevarla a su imperio.
- Aaron, cariño, relájate un poco, sí sí llegaremos al fondo de esto, no, pero tranquilízate, Aaron todo va a salir bien – me aclaro la garganta consiguiendo su atención y sorprendiéndome un poco por su gesto de preocupación – Escucha, ya voy para allá, reúne a los de seguridad, tenemos una hora antes que lleguen los de diseño.
Escucho con atención lo que dice mientras sube y cierro la puerta para correr a mi lado para no perderme de mucho. Esto parece ser importante e interesarme si seguridad está implicado.
- Cariño relájate, necesito que estés sereno para cuando llegue y que estés reunido con Rodrigo y quienes estén de turno en la sala de conferencia uno, nadie más debe saber de esto, tú mismo vas a bajar, lo buscas y le pides que estén todos los que trabajen en el edificio, llego en veinte – y finalmente cuelga con un suspiro.
Se deja caer en el asiento y me sorprende un poco que una persona como ella, que parece tenerlo todo, pueda mostrar una cara tan llena de frustración.
- Josh te contrató, fue mi petición tener a alguien que esté a mi lado garantizando mi protección, pero le dejé a él la tarea de buscarlo y gran peso para elegirlo entre los que se presentaban porque tiene una gran intuición y confió en ella – comienza a hablar con seriedad.
- ¿A qué quiere llegar? – estoy genuinamente interesado, porque negarlo.
Después de ayer que la conocí por primera vez e incluyendo también la primera impresión que obtuve de ella al buscar su nombre en el internet, he llegado a la conclusión que es una mujer con un trabajo sencillo, ser la cara de una empresa y representarla.
Pero ahora parece estar hasta el cuello de problemas y asuntos por resolver.
- A que hay alguien que ha estado saboteándome desde hace unos meses, pero era con pequeñas cosas, pequeños errores que siempre, junto a mi equipo más cercano, logré voltear a mi favor, pero están tomando confianza y no voy a permitir que desprestigien mi marca – habla con determinación, con enfado y con la seguridad de un líder que va a buscar venganza porque se metieron con lo que no debían.
Conozco de eso y me parece admirable que una persona tenga tal carácter para enfrentar a quien lo ataca.
- Fuiste marine y estuviste en la guerra, confío en que puedas proteger mi cuerpo ¿pero puedes ayudarme a proteger mi esfuerzo? – volteo brevemente a su cara, consiguiéndola tan seria y arrebatadoramente hermosa.
- Sí – respondo con firmeza volteando nuevamente al camino. Es hora de trabajar, no de estar fantaseando por un rostro hermoso.
Pero es difícil cuando esta mujer incita a que deje de resistir mis impulsos.
*POV Venus*
Con la barbilla en alto, entro a la sala de conferencias, en donde están unos veinticinco hombres de diferentes edades, unos uniformados otros vestidos de civil, algunos sentados, ocupando todas las sillas de la gran mesa y sé que ellos son los de mayores cargos, y a su alrededor todos los demás de pie.
Camino hacia la silla que encabeza la mesa, la que está al lado de Aaron, pero no me siento, en lugar de eso dejo caer mi bolso y sintiendo a mis espaldas la presencia de este guapo hombre que debe seguirme todo el tiempo; me cruzo de brazos, dando un recorrido con la mirada a este lugar lleno de testosterona.
Quizás debería hacerle caso a mi mamá y contratar más mujeres, pero nunca tengo suerte con ellas.
- Hay una fuga de información, dos de nuestras competencias sacaran una línea para las mismas fechas que nosotros y otra realizará un desfile el mismo día que el nuestro cuando aún no se han confirmado las fechas – Aarón está tenso y estresado, temo que pierda la paciencia y llore de la rabia como suele hacer cuando siente que todo le sobrepasa.
>> Ahora, todos ustedes fueron contratados por Rodrigo – le mencionado, sentado justo al otro lado de la mesa frente a mí, se endereza y asiente confirmando mis palabras – Creo en él y sus decisiones, por lo que lo haré en ustedes.
- Todo esto es confidencial – Aaron se pone de pie aclarándose la garganta y tomando su lugar a mi lado – Desde hace unos meses han estado saboteando, cambiando pedidos, cantidades, colores y alterando levemente el inventario; afortunadamente hemos podido controlarlo, pero esto se está empezando a salir de control.
- Disculpe, nosotros solo somos seguridad, vigilamos quien entra y sale ¿Cómo podríamos ayudar en quien o quienes son los infiltrados? – uno de los supervisores, creo que del piso veintidós, se inclina hacia delante.
- Porque no quiero pedirle ayuda a nadie más que no sea de mi gente y ustedes lo son, alguien me está traicionando y eso no lo voy a permitir, espero ustedes tampoco.
- ¿Cómo podríamos conseguir a esa persona? – volteo a mi socio, quien, para sorpresa de muchos, no solo es un extraordinario diseñador y un hombre con un corazón enorme, sino que también tiene un gran cerebro.
- Necesitamos rastrear desde donde se están haciendo estos cambios, también me temo que tendremos que monitorear todas las actividades de cada equipo y restringiremos las entradas a ciertas áreas e información.
Se acerca a una laptop y hace bajar el proyector – Todos bajaran un nivel, quien tenga tarjeta de acceso dos es como si tuviese una básica, estas por ser las más bajas se mantendrán, quiero que sean más estrictos con quien es permitido subir a los pisos superiores pues tampoco sabemos si se trata de alguien de las otras oficinas.
- Tengo entendido que los de pisos inferiores no tienen permitido subir a los tres últimos – se integra otro de los hombres en las sillas, no tengo idea de quien sea, por lo que seguramente se encarga de supervisar alguna de esas oficinas.
- Tenemos un comedor en el veinticuatro y varios de nuestros trabajadores que mantienen amistad con los de otras oficinas les permiten el paso, cosa que la verdad no estaba prohibida, pero me gustaría que hasta entonces, eso frene – le informo suavemente antes de dejarle la palabra otra vez a mi socio.
No se quienes me están intentando j***r, pero no tienen idea de lo que les espera.