Capítulo 4

2348 Words
- ¿Gallagher? – me asomo en la oficina central de seguridad del edificio, la de planta baja en donde es seguro encontrar a Rodrigo y al pobre diablo que lo haya hecho enojar durante la semana anterior. Rodri es un buen tipo, chistoso y amable, pero con un carácter fuerte. He escuchado rumores sobre que quien lo cabrea será quien cubrirá los turnos nocturnos hasta que otro se gane su lugar. Me agrada que mi personal sea eficiente y respeten las reglas, pero también siento un poco de pena por los que trabajan bajo las órdenes directas de él y de Andreina, otra mujer implacable. Creo que por eso tienen ese feeling, son iguales. - Señorita Harlow – los cuatro hombres que estaban en la oficina se pararon de sus asientos tan pronto me escucharon, pero los hago despreocuparse con un gesto, o al menos lo intento, pues los dos más jóvenes siguen viéndose nerviosos, nada que ver con los dos mayores con sus auras intimidantes y seguras. - ¿Ustedes tres se quedarán toda la noche? – pregunto asombrada de que sean tantos, es decir, es un simple edificio de oficinas con un gran sistema de seguridad, creo que uno solo podría hacerlo. - Solo ellos dos y otros dos desde sus oficinas en el veintidós – asiento conforme con la información. Repito, me parece un poco excesivo, pero Josh personalmente contrató a Rodrigo y eso significa que el tipo sabrá proteger muy bien mis oficinas. - Es tarde, asegúrense de tomar descansos y si quieren comer algo no duden en usar la cuenta de la empresa ¿está bien? – les sonrío con ternura. Los dos chicos que se quedan son definitivamente nuevos porque no los había visto y no creo que sean mayores que yo por mucho, pero se las arreglan para inspirarme ternura, o quizás solo se debe a lo intimidados que se ven. - Por supuesto que no señorita, estas mierditas son unos holgazanes y deben aprender a hacer su trabajo, no les des premios – uy, sí que lo arruinaron. - ¿Desde qué hora están aquí? – levanto una ceja cuando él voltea a otro lado con algo de culpabilidad. - Desde el turno del medio día – niego levemente pero no digo nada al respecto porque no le pienso quitar autoridad, aunque tampoco me parece bien que los explote de tal manera. - Pidan lo que quieran para comer y no hagan enfadar más a este tipo – me acerco a darle un ligero abrazo a Rodrigo y una suave despedida a la distancia de los nuevos para salir del lugar siendo seguida por la persona que vine a buscar. - Le comenté que al momento de salir me llamara para ir a buscarla – llegamos al subterráneo y se encuentra terroríficamente vacío. Definitivamente no podría caminar por aquí sola, no después de tantas películas de terror y asesinatos que los chicos me hacen ver. - No vi el motivo por hacer que fueses a buscarme cuando yo de todos modos pasaría por donde tú estabas – le quito importancia y una vez que llegamos a mi carro, le lanzo las llaves. Estoy terriblemente agotada, quiero darme un gran baño y dormir dos días, pero eso es imposible porque se acerca un lanzamiento importante. - ¿A dónde? – se monta después de que yo lo haya hecho en el copiloto y pusiera música, esta vez algo suave. - A mi casa, la dirección está en el GPS – y es lo último que se dice en todo el camino. El ambiente entre nosotros es sin duda tenso, primero, porque me parece endiabladamente atractivo lo que me hace difícil resistir el recorrer su cuerpo con la mirada, hay algo en él que logra inspirarme y es su físico, que lo definiría como perfecto según mis estándares, además de su porte claro está; pero lo segundo y lo que tiene más pesado en el ambiente, es que él parece tener algo en mi contra, de hecho, todos sus gestos lo gritan. Es un poco incómodo estar a su alrededor porque siento como soy despreciada o que le molesta el hecho de compartir tiempo conmigo, pero dije que le daría una oportunidad y eso haré, además que mientras haga bien su trabajo y yo no sienta que pueda traicionarme o algo por el estilo, no veo porque no intentarlo. Una vez llegamos a mi casa, me bajo sin esperarlo, pero dejando la puerta abierta. Según su contrato, se quedará viviendo conmigo seis días a la semana, teniendo uno libre, el que él desee y que mi horario permita. Claro está que no solo él se queda conmigo, también lo hace Lulú y su hija Liliana, solo que ellas no en la misma casa sino en una anexada. - ¡Bebé! – la niña de siete años se tira en mis brazos y a duras penas logro atajarla sin irme al piso. Cero fuerza muscular. - ¡Liana! – chillo feliz, pero sin poder ocultar el cansancio, cosa que nota su madre, quien no tarda en llegar a nosotras y sacarme a la niña de los brazos, llevándola ella en uno solo. Qué envidia, ojalá yo pudiese cargar a la linda cosita sin dientes con esa facilidad. - Cariño, la señorita está cansada – ruedo los ojos y me acerco a besar su frente. Es fuerte pero bajita, uno cincuenta y pocos, una mujer adorable con una niña más adorable aún. Desearía que mi mamá hubiese sido adorable también, pero ese es un adjetivo que jamás será ni fue utilizado para describir a Amanda Harlow. Tampoco es algo que me moleste, digo, ya no, tenemos una muy buena relación y estoy bien con eso, pero quizás si hubiese lindo que durante mi infancia hubiese sido más amorosa. - Te he dicho que me digas Venus – ella hace un gesto con la mano y yo rio sabiendo que esa es su forma de decir que no hay manera en que la obligue a cambiar su manera de hablarme. - En mis días libres, niña – pero si usa otros lindos apodos y eso es suficiente para mí - ¿Quién es usted? – pregunta a alguien a mis espaldas y no necesito voltear para saber a quién se está refiriendo, ni que decir como lo recorre con la mirada, eso solo lo confirma. Pero como culparla si ese hombre nació para ser visto, apreciado y saboreado, por eso debo cuidarlo en los momentos que vayamos a casa, no vaya a ser que mi madre quiera una probadita. - Elijah Gallagher, un placer – ah, él si puede utilizar un tono amable, que delicia escuchar ese tono ronco sin pisca de aversión, sino que con suavidad. - Mi guardaespaldas veinticuatro seis, vivirá con nosotras – la niña se tapa la boquita ocultando una risita que efectivamente todos podemos escuchar. Es una ternura de niña, casi casi me hace dudar sobre si en serio no quiero tener hijos - ¿Qué pasa pequeña criatura? La verdad es que me gustan los niños, mucho, y la idea de tener una familia me hace ilusión, pero por algún motivo yo no le gusto a los niños, mis múltiples primos menores me hacen terribles bromas o lloran si los levanto en brazos, por lo que me auto propuse no hacerle mal a algún niño y no traer ninguno al mundo. Liliana es otra cosa muy diferente, aunque no hay que creer en lo que parece hoy en día; tomó todo un mes para que dejara de patalear o verme con miedo. - Dijiste veinticuatro seis, y es siete – pero si disfruta de mis equivocaciones, caídas o simplemente hacerme bromas. Que decir de cuando logra sacarme un grito por algún susto, lo adora. - Dije seis porque tendrá un día libre, aquí no nos gusta explotar a los empleados – toco su nariz haciendo que la arrugue en un lindo gesto. Por otro lado, yo tambien dejo salir una mala cara cuando siento el dolor de los pies. Los tacones me están matando. - Lulú, hoy no tengo mucha hambre, coman ustedes, y por favor enséñale el cuarto y otros lugares a Gallagher – ella hace una mueca como cada vez que le digo que no quiero comer o, por el contrario, pido chatarra. - Eso le hace mal a su cuerpo niña – baja a su hija y me reprende cruzando los brazos y todo. Es tan dulce. Es lo que, según yo, debe ser una mamá, y todo lo contrario a la mía y a lo que yo podría ser. Y no me refiero a que no quiero a mi mamá, si lo hago, solo reconozco que esa mujer no es precisamente una dulce. - Estoy muriendo Lulú, prometo desayunar todo lo que me pongas al frente – beso otra vez su frente y sin nada más, sigo de largo dejándolos ahí a los tres. Hoy no pude adelantar nada, apenas arreglar todos los errores de Marla, pero por lo menos ya la despedí, solo tuve que escuchar sus lloriqueos por cinco minutos y ahora tengo que buscar a otra persona, más trabajo, pero espero que no más equivocaciones. *POV Elijah* Veo como la muñequita Barbie sube las escaleras de su gran mansión, y aunque hago mi mayor esfuerzo para evitarlo, mis ojos se desplazan a un poco más debajo de su cintura. Esa mujer es irritante, creída y prepotente, pero tiene un asombroso cuerpo que hace reaccionar al mío en contra de mi voluntad. - Señor Gallagher – volteo hacia la mujer y maldigo al ver su mirada de desaprobación. Mierda que vergüenza. - Discúlpeme – carraspeo suavemente y tomo el bolso que traje en la mañana conmigo a casa principal de los Harlow cuando se me comunicó que tuve el empleo, ahora solo debo pedirle a la señorita princesa un día para buscar el resto de mis cosas, ya que viviré con ella por un tiempo. - No se preocupe – pero aun así me ve mal, por lo que volteo a otro lado algo incómodo – Si me sigue, le diré en donde se quedará – únicamente asiento y camino atrás de ella. >> Soy Luna, solo que la señorita me dice Lulú, y ella es mi hija Liliana, yo ayudo con la limpieza y la cocina, pero únicamente entre semana, ambas vivimos en la casa anexada de atrás, por lo que es común verme por acá incluso en mis días libres – he de reconocer que por lo menos la muñequita no es una explotadora, o eso parece por su molestia al escuchar el horario de los dos chicos que trabajarían esta noche en la empresa y el horario de su ama de llaves. Aunque esto último si es algo cuestionable ya que parece ser la única que trabaja aquí y esta mansión es de dos pisos, le calculo unas diez habitaciones o más, pero solo la he visto desde al frente, después me encargaré de recorrerla completamente. - ¿Alguien más trabaja aquí? – ella vuelve a asentir y me hace pasar a una habitación prácticamente vacía, solo una cama en donde entran cuatro como yo, una mesa de noche al lado y dos puertas al frente. - Los martes y viernes viene un equipo a realizar limpiezas profundas, pero en realidad no se hace mucho porque no viene mucha gente de visita, entonces no se llega a ensuciar mucho, sin embargo, ella insiste que la casa es muy grande para que solo yo limpie – bueno, retiro lo anterior, si parece ser alguien considerada. Menos con su secretaria a quien trató muy tosca, aunque admito ella tiene algo que tampoco me agradaba, por lo que supongo que tenía alguna razón para actuar de ese modo. - ¿No sabe qué sistema de seguridad tiene esta casa? ¿Con que cuenta y en donde podría tener acceso a ella? Supe que fue allanada con anterioridad – dejo el bolso en la cama y luego de revisar escuetamente el lugar me acerco a la mujer y a la niñita a su lado que no dejaba de verme con ojitos brillantes. - Ay dios santo eso fue terrible, estaba tan asustada cuando me enteré, por fortuna nosotras estábamos en casa de mis padres y la señorita en casa del niño Alessandro – supongo que uno con los que se la relaciona. - Sí, el señor Valdez me comentó algo al respecto, pero no tuvo la oportunidad de comentarme sobre los medios que tomaron para la seguridad de la casa. - Me temo que no sé nada de eso, pero mañana durante el desayuno no se frene en preguntarle, estoy segura que muy amablemente ella le dirá todo lo que necesita saber – claro, no le molestará, si desde un inició quiso tener a alguien que protegiera su tentador ser, no debe ser un inconveniente ayudarme a hacerlo dándome simples datos – Puede acomodarse y bajar a comer, la comida está lista – y se va, dejando atrás a una pequeña versión de sí misma. - Tu eres muy lindo. - ¡Liliana! – la mujer parece apenas darse cuenta que le falta una pequeña parte de sí, porque la llama y la niña se va corriendo sin esperar otro llamado. Suelto una pequeña sonrisa por la manera en la que esa niña me veía y como me hizo un cumplido tan ilusionada, como si fuese la primera vez que ve a una persona como yo y fuese impresionante. Es adorable y estoy seguro que ella hará mi estancia mucho más cómoda en este lugar, lo que agradezco enormemente, porque el solo pensar en dormir bajo el mismo techo que la muñequita castaña me tensa. Podrá ser prepotente, petulante o cualquier otro mal adjetivo, pero su cuerpo es como el de una preciosa muñeca y su rostro me parece lo más cercano a la perfección. Venus Harlow es, para mí, el ejemplo más certero al mencionar que un demonio puede vestir de ángel.
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