No debí hacerlo, la idea era mantener mis sentimientos para mí, especialmente cuando estuviésemos con alguien más y ella estuviera sobria, pero verla tan descompuesta, enojada y al mismo tiempo asustada. No pude evitarlo. Quería que supiera que todo iba a estar bien, que nada le iba a pasar porque yo estaría ahí, protegiéndola a ella y lo que le importa. Sí, fui como un adolescente que no puede guardarse sus pensamientos para sí, pero tampoco me arrepiento al recordar como mis palabras parecieron hacerle efecto porque se calmó, y además conseguí una hermosa mirada brillosa acompañada de un par de mejillas rojas. Probablemente me gané un regaño del señor Valdez, pero volvería a hacerlo las veces necesarias para que la muñequita se sienta segura. - Me gustas, se mi novio – bajo la mirada