Capítulo 2

2272 Words
Llego a la casa de mis padres sin levantar la mirada del celular debido a un par de cosas que todavía me queda por arreglar. - ¿De qué sirve tener una asistente si es una incompetente? – exclamo enojada viendo cuantos errores tiene el documento que tenía que haber sido enviado a primera hora. Una suerte que quise revisarlo antes de permitirle la salida y que hayan accedido a esperar un poco más por él. - Señorita Harlow – levanto la mirada cuando escucho a Josh llamarme por mi apellido cuando normalmente tiene un apodo lindo para mí. Sin embargo, me consigo con el motivo de su formalidad detrás de él, vistiendo un traje que lo hace toda una delicia para la vista. Será mejor sacarlo pronto de casa antes que mi mamá lo vea y quiera comerlo. - Josh, no sabes cuánto tengo que hacer, demonios apenas comienza la semana y ya estoy agotada – me acerco al hombre y sin importarme el nuevo empleado, lo abrazo y beso su mejilla de la misma manera en la que siempre hago. No importa quien esté al frente, este hombre es mi familia, no un simple trabajador. - Podrá con esto niña, todo pasará pronto – acaricia mi espalda suavemente antes de alejarse y hacer que el hombre se acerque – Él es Elijah Gallagher, quien me pidió que contratará como su hombre de seguridad – lo recorro con la vista un par de veces sin poder evitarlo. Definitivamente es más guapo en persona, me lleva más de veinte centímetros sin tacones y debo decir que me considero de estatura alta, uno setenta y pocos, él debe estar en su metro noventa; viste un traje n***o con camisa blanca y una corbata que creo, no le combina, pero aun así se ve guapísimo. Y ni que mencionar de su rostro, todo muy atractivo, pero con una cara de mala hostia que con solo eso sé que ya soy intocable. Hay que estar loco para querer enfrentarte con semejante pared con cara de culo. - Un gusto conocerla, señorita Harlow – asiento levemente a sus palabras, pero volteo otra vez hacia Josh. - ¿Firmó el contrato? – al aceptarlo también le envié un contrato que me parece de suma importancia cumpla. Soy algo quisquillosa con mi privacidad, tanto que en realidad tengo pocos empleados trabajando cerca de mí, solo los justos y necesarios. - Sí señorita – volteo al hombre, quien lee la pregunta en mis ojos y asiente otra vez. No es que desconfié de la palabra de Josh, para nada, pero quiero asegurarme que leyó todo con cuidado. - Muy bien, nos vamos ya, tengo muchas cosas que hacer – me despido de un beso en la mejilla de mi segundo padre y regreso mi camino sin esperar más. - ¡Niña! – me doy vuelta ante el llamado del hombre – El señor Harlow comentó que tendría que ir a cenar con ellos está noche – hago una mueca que lo hace reír. - Hoy no puedo, lo llamaré más tarde -  niega con la cabeza un par de veces, pero termina de despedirme con un gesto, permitiéndonos, finalmente salir a la tentación andante y a mí. - ¿Quiere que maneje? – vuelvo la vista al teléfono y empiezo a hojear mi agenda a sabiendas que esa mujer no lo hará cuando llegue o lo hará muy mala. Debería tomar el consejo de los chicos y finalmente despedirla, pero el solo pensar en otra jornada de entrevistas molestas me hace replanteármelo todo. - No está bien, hoy me apetece conducir – asiente y me abre la puerta muy caballerosamente – Gracias – aun así, no levanto la vista sino cuando escucho como se sienta a mi lado, abrochándose el cinturón en el proceso. Envío un último mensaje para dejar el artefacto de lado y prendo el vehículo, sin embargo, antes d avanzar le doy una ojeada a mi acompañante, consiguiéndolo terriblemente tenso en su lugar. - ¿Estás bien? – afirma con un mal gesto, pero lo paso de largo y comienzo a manejar - ¿Algo que gustes escuchar? – esta vez niega, haciendo que me encoja de hombros y me estire para poner algo de música. - Mantenga ambas manos en el volante – me paralizo un momento después del tono que acaba de emplear – Por favor. - Sé manejar perfectamente desde los quince, no tiene de que preocuparte – sé que no les da importancia a mis palabras, todo su semblante lo grita. Paso por alto lo que acaba de pasar porque realmente no tengo cabeza para tratar con un malhumorado, necesito música, por lo que sigo en lo mío, tomándome el tiempo para elegir que escuchar. - Me gustaría ir al volante la próxima vez – sé que está esforzándose por ser respetuoso, no lo conozco, pero esas son cosas que puedo detectar con facilidad. - Cuando yo no quiera hacerlo, puedes – hablo suavemente, pero sin dejar espacio de dudas quien manda aquí. Solo ha abierto la boca dos veces y en ambas fue predominante. - Si señorita – asiento ignorando cuanto pudo haberle costado eso. Le daré la oportunidad durante un mes, veremos si aprende a acoplarse a mi ritmo o si tengo que buscar a alguien que no parezca querer aplastarme con su actitud. En quince minutos llegamos a mi edificio de oficinas, uno precioso de veinticinco pisos, pero solo hago uso de los cuatro últimos, los otros los rento. - Señorita Harlow – me recibe el jefe de conserjería, quien por algún motivo estaba esperándome. No me he dado la oportunidad de hablar con él como con otros, pero no me agrada, parece alguien que busca hacer amistad con aquellos de los que puede sacar algo. - Sin un rayón – Le extiendo las llaves de mi deportivo n***o. Él asiente con apuro y no sé cuál es el motivo original por el que estaba aquí, pero parece haberle quitado importancia cuando corre a montarse en mi auto y hacer lo que le pedí. Me pongo los lentes de sol que elegí usar para hoy y me encamino al ascensor personal que me lleva directamente a mis oficinas, sintiendo los fuertes pasos del hombre a mi espalda. Llegamos a mi piso en un par de minutos y lo primero que me consigo es a la terrible asistente que contraté hace un mes. Más le vale hacer algo maravilloso hoy o para finalizar el día ya no trabajará aquí. - Señorita Harlow, la solicitud para las telas… – comienza, pero la corto levantando la mano en el acto. Que cualquier persona me hable de eso menos ella. Cada que recuerdo los errores que tuvo más pienso que fue a propósito. - Lo enviaré yo personalmente, tengo una reunión con Aaron en el almuerzo, no quiero que nadie nos molesté hasta que se marche – atravieso el vestíbulo en dirección a mi oficina ignorando a las dos personas que me siguen – Él es Gallagher, mi guardaespaldas, quiero que le consigas una tarjeta con todos los accesos. - ¿Todos? – abre los ojos sorprendida, bueno y como no estarlo si se supone que ella es mi asistente personal y tiene solo una tarjeta nivel dos – Sí, todas – pero a él le daré ese voto de confianza, además de porque se supone que estará pegado a mi todo el tiempo. Por otro lado, ella está agotando mi paciencia. - Pero – volteo a verla levantando las cejas, y eso es suficiente para que baje la mirada – Sí señora – y da media vuelta para empezar a hacer sus cosas. Volteo al nuevo y me ve con una molestia que me hace arquear nuevamente la ceja. Más le vale que se relaje porque no estoy soportando mierda de nadie, no hoy ni esta semana; prometo la siguiente ser más flexible, quizás para ese momento si pueda soportar mejor su cara de culo. - Estaré aquí toda la mañana, puedes entrar conmigo, quedarte aquí afuera o conocer el edificio, me pertenece por completo, pero utilizo únicamente desde el veintitrés y una parte del veintidós. - ¿Tienen cuarto de seguridad? – asiento en respuesta sin tener que pensar mucho sobre eso. Conozco este lugar mejor que nadie. - En el veintidós hay uno en el fondo, después de contabilidad, también hay otro en planta baja detrás de recepción, espera que llegue Mara con tu identificación y así puedas pasar. - Me llamo Layla – interrumpe la chica en cuestión. No siento equivocarme con su nombre, mucho estoy haciendo con no insultarla por todo el trabajo que me causa cuando se supone que debe ser una ayuda para minimizarlo. - Bueno, tienes mi numero ¿cierto? Mándame un mensaje para agendarte y así poder avisarte cuando vaya a salir – no espera otro minuto para sacar su dispositivo y llamarme. Rápido y eficiente. Mientras siga siendo así ignorare ese ceño fruncido. >> Entonces, nos vemos, ten un buen día – y sin más ingreso a mi oficina, soltando un suspiro agotada por todo lo que se me viene. Probablemente despediré a esa incompetente y seguiré buscando a la secretaria de mis sueños, o quizás necesite un secretario. *POV Elijah* Ella es tal y como se ve en las fotos, como una maldita mimada a la que solo le importa su culo, pero imposible decir algo en contra de su físico, es prácticamente perfecta. Una perfectamente irritante tentación. - ¿Por qué Venus te dio una tarjeta de acceso absoluto? – pregunta la morena que trabaja como su secretaria. - No lo sé – no quiero ser rudo, no con ella que tiene que soportar a la señorita a diario, pero admito que hay algo en ella que no me termina de agradar por completo. - ¿Quién eres tú? – se acerca con una sonrisa que me incomoda, por lo que me encamino al ascensor ignorando su intento de sacar información. - Su guardaespaldas – afortunadamente la caja de metal llega de inmediato y no pierdo tiempo para ingresar y bajar al piso que me indicó la muñequita. Comenzaré por las cámaras de vigilancia y ya después daré un pequeño paseo por las oficinas que está utilizando. Es tan malditamente rica y presumida que compro todo el edificio en lugar de solo lo que necesitaba. Llego al piso e ignoro las miradas, sin embargo, no tengo idea de a dónde ir, por lo que opto por acercarme a un señor con traje que justamente pasaba por mi lado. - Disculpe – llamo su atención consiguiéndome con un asentimiento amable de su parte – Soy el nuevo guardaespaldas de la señorita Harlow – le enseño el carnet que minutos antes de dio su asistente – Me gustaría echar un vistazo al cuarto de seguridad – el hombre toma la tarjeta y después de abrir grandemente los ojos me la devuelve. - Claro, justo iba para allá, sígame – obedezco y camino atrás de él ignorando, nuevamente, las miradas. Llegamos una puerta negra, la única que he visto dado que todas las demás son caoba, pero eso es lo de menos. El hombre la abre con una llave y me consigo con múltiples pantallas, abarcan casi una pared completa, y en el otro extremo un ventanal enorme cubierto por persianas para poder apreciar mejor las imágenes reflejadas. - La señorita es muy precavida con el tema de la seguridad, tenemos cámaras en cada esquina, aquí están solo la de los tres pisos que maneja su empresa y este adicional, pero en planta baja podrá conseguir el acceso a todos los demás pisos – empieza explicándome señalándolas – Tenemos un sistema interno para comunicarnos, por turnos hay diez de nosotros trabajando entre los pisos veintidós y veinticinco. - Tengo entendido que sus oficinas abarcan hasta el veintitrés – comento con la mirada fija en las pantallas, preguntándome por qué tanta gente en unas simples oficinas de ropa y maquillaje. Hay una que incluso da a su oficina. - Sí, pero han intentado entrar en carias ocasiones, entonces puso seguridad también en el veintidós – bueno eso es algo grave. - ¿Quién se arriesgaría de tal modo y por qué? – eso de intentar v****r la seguridad de alguien forrado en dinero no es juego de niños y para intentarlo sin importar los riesgos se debemos estar hablando de alguien sin sentido del peligro o se trata de algo personal. - No tenemos información sobre eso, solo recibimos órdenes. - ¿De quién? – me contrataron diciéndome que la señorita no tiene un guardaespaldas o alguien más que se encargue de su protección. - El señor Josh Valdéz, el jefe de seguridad del señor Harlow – ya entiendo, hasta ahora él ha sido quien se las ingenia para proteger a toda la familia y sus posesiones. Vuelvo a asentir, pero me fijo en cada lugar que apunta las cámaras, estudiando sus ubicaciones – Es extraño que usted tenga una tarjeta con acceso completo – es segunda vez que lo escucho y no entiendo porque tanto alboroto con eso. - ¿Por qué lo dice? - Bueno, ella es muy celosa con sus cosas, muy cuidadosa, los únicos con una de esas es ella y su socio Aaron Aambrosi, ni siquiera sus asistentes la tienen – lo pienso por un par de segundos, pero termino encogiéndome de hombros. No me importa si debo o no tenerla, pero me hace el trabajo más sencillo poder ingresar a donde sea sin tener que dar muchas explicaciones.
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