En la gran habitación solo se escuchaban jadeos de dos cuerpos que se encontraban exhaustos. Andrew la había llevado a la habitación desde que llegaron y lo habían hecho varias veces, en la pared, en el piso, en el baño y en la cama. —Me encantas, eres deliciosa, exquisita, eres… perfecta, tus ojos, tu cabello, tu piel, tus labios, tus pechos, toda tú me encantas, no sé cómo lo has hecho, pero desde la noche en que te vi me atrapaste — le dio varios besos apasionados para luego seguir por la barbilla, el cuello, su lengua hacia un sensual recorrido hasta llegar a los pechos de ella, donde con la lengua le recorrió el hermoso pezón, Kaelyn no sabía cómo expresar todas las maravillosas sensaciones que Andrew le producía, tenían cuatro horas de estar encerrados y las sensaciones eran ext