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1423 Words
David normalmente viajaba ligero de equipaje cuando iba a visitar a sus padres. Le gustaba movilizarse en su motocicleta sintiéndose libre, pero en esta ocasión decidió hacerlo en su Jeep, ya que traía consigo la mayoría de sus cosas. Durante el trayecto de aproximadamente 40 minutos que duraba el viaje de Seal Beach a University Park, no podía decidir cuál era la verdadera razón por la que estaba pensando quedarse por un tiempo indefinido en su antiguo hogar. Si era porque su madre había llamado diciendo que los dolores de espalda de su padre habían vuelto y lo tenían en cama, o si un chico rubio con piel pálida y hermosos ojos azules lo estaban motivando. Se sentía culpable de siquiera pensar que Liam era la verdadera razón, así que prefería convencerse a sí mismo de que lo hacía por no dejar a su madre sola en estos momentos difíciles, a pesar de su insistencia de que no tenía por qué hacerlo. Por alguna razón, este viaje se sentía diferente. No sentía el dolor de dejar atrás el trabajo por el que tanto había luchado, su independencia, la playa que tanto le gustaba y la libertad que allí sentía. No, esta vez sentía que estaba haciendo lo correcto, que estaba donde tenía que estar. —Te dije que no tenías que venir —le dijo su madre al recibirlo con un abrazo y un beso. —¿No te alegras de verme? —David fingió sentirse dolido. Sabía que sus padres eran felices de tenerlo en casa. —Sabes que… —Lo sé, mamá. Solo bromeaba. ¿Dónde está papá? —Acostado en la habitación. —Mamá, son las cuatro de la tarde. Si papá está acostado y no en su taller de carpintería, entonces hice bien en venir. —No es nada, es solo que el medicamento para el dolor lo mantiene un poco sedado y somnoliento. Es la única manera de que tu padre repose —su madre lo vio bajar su equipaje del auto—. ¿Qué pasó con la motocicleta y… por qué tanto equipaje? —Porque no pienso irme por un tiempo. Papá debe guardar reposo, y mientras estén solos, no lo hará. —¿Pero qué pasa con el taller y la casa? —Todo está bien, mamá. Chris y Jaison lo tienen cubierto. Ellos lo entienden, saben que el bienestar de la familia es lo más importante —dijo mientras acomodaba las cosas en su habitación. —Pero, hijo —su madre sollozó, haciendo que David volviera la mirada hacia ella—, sabemos lo mucho que te gusta estar allí. No queremos ser la razón por la que cortas tus alas. David dejó lo que estaba haciendo para abrazar a la pequeña mujer, llevando su rostro a su pecho y metiendo la nariz en su cabello. Le dio un beso en la frente y, acunando su rostro cansado, le dijo: —Lo sé perfectamente, mamá, y siempre les estaré agradecido por dejarme volar hacia donde he querido. Pero ahora es aquí donde tengo que estar. Además, si sirve de algo, no es la única razón por la que quiero establecerme aquí. Así que no están cortando nada, simplemente, tengo nuevas alas. Su madre sonrió y sus ojos brillaron. —¿Te refieres a ese chico? ¿Liam? ¡Oh, por Dios! Tienes que gustarte demasiado para que quieras quedarte definitivamente —la mujer dio pequeños saltos emocionados, haciendo sonreír a su hijo. —Okey, mamá, no te emociones demasiado. Liam y yo somos muy diferentes. Ni siquiera creo que le guste. —¡Pero claro que le gustas! ¿No ves lo guapo que eres? Además, eres un buen hombre, y si el destino lo mandó para ti, nada, escúchame bien, nada va a impedir que sea tuyo. Así que tienes todo nuestro apoyo, como siempre. Solo recuerda, hijo, las rosas más hermosas no solo necesitan agua y cuidados, también necesitan de la luz del sol para que crezcan en todo su esplendor. Tú eres el sol de ese chico, muéstrale toda la luz que tienes para dar —animó su madre. A la mañana siguiente, después de haberse instalado y verificado que todo estuviera bien con su padre, con las palabras de su madre aún resonando en su cabeza, decidió dar el primer paso para conquistar a Liam siendo David Olson. *-*-*-*-* Liam llegó al club un poco tarde ese día, caminando inadvertido, pero con su postura siempre altiva. Sus manos estaban en los bolsillos de su elegante gabán, y los botines de tacón alto repiqueteaban en el piso marmolado, sonido que se silenció cuando se detuvo abruptamente frente a los grandes ventanales de vidrio que dejaban ver el interior de su boutique. Liam no daba crédito a lo que sus ojos veían, pero lo que menos creía era lo que su cuerpo estaba sintiendo. —¿Qué sucede? —la voz de Jackson, que lo seguía, se escuchó lejana. Sus sentidos estaban completamente centrados en la imagen que se desarrollaba frente a él como si fuera una mala película. David Olson se encontraba de pie junto al pequeño mostrador del recibidor, luciendo espléndido con su acostumbrada camiseta básica de color n***o y jeans ajustados que moldeaban a la perfección sus muslos y su trasero redondo. Pero no era eso lo que lo tenía en shock; eran las sonrisas brillantes que le lanzaba a su secretaria, y las miradas destellantes que la mujer le dirigía. La interacción se veía totalmente amena y cómoda, con un toque de coquetería que el castaño no parecía despreciar. Un extraño fuego se estaba encendiendo en el interior de Liam. Era como un pequeño volcán activo a punto de dar en erupción y arrasar con todo lo que esté a su paso con su lava ardiente. Liam, siendo chico millonario e hijo único, había crecido como alguien posesivo y hasta se podía decir que egoísta. "Lo que es mío, es mío". No sabía cuándo había marcado a David como de su propiedad, pero ahora notaba que inconscientemente lo había hecho. —¿Liam? —volvió a repetir su guardaespaldas, quien parecía notar con disgusto el impacto que la escena había tenido en él—. ¿Quieres que nos vayamos y volvamos más tarde? Liam quitó su mirada del interior y observó con ira al hombre que le hablaba. —¿Qué estupidez estás diciendo? ¿Por qué querría huir de mi propio lugar? —Rodando los ojos, retomó la marcha hacia el interior. Mary se incorporó con un pequeño sobresalto cuando lo vio ingresar, y la sonrisa de David se volvió aún más grande y brillante, si eso era posible. Lo que enojó a Liam aún más. —Buenos días, señor Maxwell. El señor Olson lo ha estado esperando. —¿En serio? Yo pensé que había venido a verte a ti —ironizó. La chica se encogió en sí misma y bajó la mirada—. ¿Qué estás haciendo aquí? —También me alegra verte, Liam. Ya lo dijo Mary, ¿podemos hablar un momento? —¿Acaso qué estamos haciendo? —Entre más hablaba, más se encendía su fuego. No podía evitarlo, era el efecto que David tenía en él siempre que se encontraban. —Okey, si no me invitas a pasar a tu oficina, vine a traerte esto —David le extendió un sobre con dinero—. Es el dinero que me dieron por las fotos del otro día. ¿Estaba David rechazando su paga? —Es tuyo, lo ganaste por tu trabajo. —Sí, pero no lo quiero. No lo hice por eso. —¿Qué tonterías? Es tu dinero, es tu paga. No puedo aceptarlo de vuelta. —¿Y si… quiero que me pagues de otra manera? —¿Acaso el seguro hombre rudo estaba nervioso? Liam iba a disfrutar este momento. —¿De qué estás hablando? David miró a Mary y a Jackson, que los observaban y escuchaban la conversación. Luego posó nuevamente los ojos en Liam, que sonreía arrogante esperando lo que tenía que decir. —Una invitación a cenar, un trago… mmm… no sé, cualquier cosa. Y tenemos un ganador en esta batalla, señoras y señores. Liam sonrió triunfal mientras veía la mirada decepcionada de su secretaria. —Okey, mañana en la noche. Déjale a Mary el lugar y la hora. Allí estaré —y con esas palabras, se retiró a su oficina dejando a David con el sobre de dinero aún en su mano.
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