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1370 Words
David ya se encontraba en el bar del apartamento de Jaison y Chris, destapando su tercera cerveza artesanal. Normalmente no tomaba tan rápido, pero se sentía algo ansioso por lo que pasaría en el momento en que viera a su chico dorado, a Liam. Era mejor dejar de pensar en él como su chico, porque no lo era y no lo sería. —Hey —Taylor lo sacó de su miseria con ese simple saludo—. ¿Está todo bien? Estás tomando muy rápido y la fiesta aún no empieza. —¿Ah, no? Pensé que nos habías citado a las ocho de la noche y sueles ser puntual para todo —el reloj ya marcaba las once y David sabía que estaban esperando que Liam se dignara a aparecer, lo que lo tenía en parte ansioso y en parte molesto. ¿Por qué todos tenían que esperar y darle importancia a alguien que no se la daba a los demás? —Sí, pero Liam aún no llega, así que... —¿Y a qué hora piensa llegar el principito? —David se dio cuenta de que quizás debería empezar a dejar de dársela, así que decidió tomarlo “con humor”, como siempre afrontaba las situaciones que no estaban en sus manos. Taylor negó divertido. —No lo llames así, sabes que no le gusta. —¿Quién dice? —Él lo dice. —Mentira, le gusta, solo aparenta que no. —En serio, ¿qué es lo que se traen ustedes dos? —Yo no me traigo nada, es él quien se las trae con... —el timbre de la puerta lo interrumpió—. Hablando del rey de Roma... yo le abro —quien pega primero, pega dos veces, así que aquí vamos. Tomó una cuchara, su cerveza y se dirigió hacia la puerta, con Taylor siguiéndolo con una sonrisa. David dio varios golpes a la botella de su cerveza con la cuchara, ocasionando un tintineo que llamó la atención de todos. —Señoras y señores, su atención, por favor —dijo David con voz lo suficientemente fuerte para que el recién llegado escuchara a través de la puerta—. Demos la bienvenida a su majestad Liam Maxwell —abrió la puerta haciendo una reverencia, abriéndole el paso. En el umbral de la puerta se podía ver a Liam elegantemente vestido, como siempre. Y tuvo que haber logrado el objetivo porque el chico se puso aún más altivo, si eso era posible. Liam lo miró por encima del hombro y luego observó cómo todos los demás en la gran sala aguantaban una risita por el intento de ridiculizarlo. —En realidad, sería “su alteza real”, pero ¿qué puede saber un ogro como tú de tratamientos protocolarios? —Liam se quitó su gabardina, dejando ver su sexy traje sastre de color rojo. Se veía tan malditamente sexy. La gabardina, siendo azotada en su cara, lo sacó de su embelesamiento, recordando su misión. David se reincorporó y la colgó de su brazo. —Entonces, ¿reconoces que eres un principito? —Si tú reconoces que eres un ogro. Todos observaban, divertidos, la discusión del curioso par. —Para tu información, los ogros somos muy diferentes de lo que creen. —¿En serio? ¿Por ejemplo? —David no podía creer lo fácil que este chico se la ponía para fastidiarlo. —Cebollas, los ogros somos como las cebollas. Liam dio un paso hacia él y lo encaró, entrecerrando sus hermosos ojos azules. —¿En serio estás citando al jodido Shrek? —Joder, quería besarlo tan mal, hasta bajarle esos jodidos humos. Pero prefirió continuar con el acto. —Sí, y en este caso tú eres el burro, o... ¿prefieres ser mi Fiona? —preguntó acercándose peligrosamente a esa boca tentadora. Todos los demás no pudieron soportarlo más y soltaron una fuerte carcajada. Liam ocultó un sonrojo, rodando los ojos. —Qué infantil eres —el chico se separó de él y se volvió hacia los demás—. ¿Y ustedes de qué se ríen? —De nada —rescató Taylor divertido—. Bienvenido —le quitó la gabardina de las manos a David y la colocó en el armario. —Feliz cumpleaños, precioso —Liam le dio un beso en la mejilla a su amigo, y David no pudo evitar sentir una pequeña punzada en su interior, y al parecer no fue el único, porque luego lo escuchó decir—. ¡Ups! ¡Mocoso a la vista! —Zack estaba asesinándolo con la mirada, mientras Liam rodaba los ojos solo por fastidiarlo, cuando vio al novio del cumpleañero haciendo pucheros enojados. David tenía que reconocer que era divertido a pesar de su propio malestar. Vio cómo Taylor se acercaba a su pequeño para contentarlo con palabras dulces y algunos besos. David se sintió un poco envidioso cuando miró a su alrededor y vio que todos estaban emparejados: Taylor y Zack, Chris y Jaison, incluso los amigos de Zack, a quienes se los habían presentado como Owen y Jared. Afortunadamente, no era el único sin pareja en este lugar o se sentiría realmente incómodo. Jaison tuvo que haber notado algo porque detuvo las demostraciones de afecto de la feliz pareja con un tono divertido. —Okeyyyyy, aún no empezamos con los juegos y ¿ya ustedes están calentando motores? Todos se rieron y David volvió a sentirse aliviado, pero el alivio duró solo hasta que el timbre de la puerta volvió a sonar. Todos se miraron extrañados unos a otros. Tenían entendido que era una fiesta privada y que ya estaban los que debían estar. —Invité a alguien —habló el sexy chico vestido de rojo—. Espero que no les moleste. Esto no podía estar pasándome. Su cara debió reflejar sus pensamientos porque mientras Jaison se dirigía a abrir la puerta, Taylor se acercaba nuevamente a él. La puerta se abrió y el invitado de último momento era un hombre de unos cuarenta y tantos años. Algunos cabellos plateados adornaban su cabeza y, aunque mostraba algunas líneas de expresión, debía reconocer que era un tipo atractivo. Además, tenía una contextura física y estatura muy parecidas a las suyas, así que el viejo parecía cuidarse bien, sin contar que estaba elegantemente vestido con un traje de diseñador a medida. David maldijo internamente. —¿Está todo bien? —escuchó la voz de Taylor susurrando a su lado. —¿Quieres dejar de hacerme la misma jodida pregunta? Maldición —masculló David. Taylor sonrió y asintió en comprensión ante su arranque de mal humor. —Hey, lo siento —se apresuró a disculparse. —Está bien, lo entiendo. Es solo que tal vez si fueras sincero conmigo y me dijeras lo que realmente te pasa, no tendría que hacer la misma estúpida pregunta una y otra vez. Pero tranquilo, ya entendí el mensaje. —Chicos, déjenme presentarles a mi... —todos voltearon a mirar hacia Liam, quien miraba al recién llegado como pidiendo aprobación. El hombre asintió y Liam continuó—. Novio, Mark Anderson. Mi señor, ellos son... —¿En serio acaba de llamarlo “mi señor”? La sangre de David empezaba a hervir tanto que se perdió toda la presentación, hasta que llegaron a él—. Y él es David Olson, amigo de infancia de Taylor y Chris. A Taylor y Jaison ya los conoces del club. —Claro, ¿quién no conoce al heredero de los King y su genio de los negocios? —dijo el hombre, como su estuviera hablando de Batman y Robin, ignorando a David por completo. Tomó de la mano a los últimos dos, quienes respondieron con una de sus sonrisas de negocios. —Bienvenido a mi casa —dijo Jaison con formalidad. —Feliz cumpleaños, Taylor. Esto es para ti —el tipo le extendió una pequeña y lujosa caja negra que contenía un costoso Rolex. Si el hombre conociera a Taylor siquiera un poco, sabría que no le gusta lucir cosas lujosas, pero era obvio que el tipo estaba tratando de impresionar y mostrarse importante y dominante. Como si del dinero dependiera. Imbécil.

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