CAPÍTULO DIECISIETE Gareth entró lentamente en la sala del trono, necesitando tiempo para estar solo, para poner en orden sus ideas, para recordar por qué quería ser rey. Entró en la inmensa sala, con sus techos abovedados, el piso de piedra y paredes y lo cruzó lentamente, con la cabeza abajo, su mente corriendo mientras seguía el camino que su padre había recorrido tantas veces. A la mitad de la habitación, Gareth miró hacia arriba— y se quedó congelado. Para su sorpresa, su trono había sido volteado a mitad de la noche, por lo que estaba de espaldas a él. Aún más sorprendente, había alguien sentado en él. En su trono. Gareth podía ver el contorno de un cuerpo, los brazos apoyados en la silla, y se llenó de rabia, preguntándose quién podría ser tan imprudente como para sentarse en e