La Traición

1349 Words
Sentada en la barra del bar, ordena un trago de whisky. Sus lágrimas se mezclan con el licor mientras bebe. Se encuentra frustrada y algo estúpida por creer en las palabras de quien creía que la amaba, no existe otra palabra en su mente que tonta e ingenua. Levanta el vaso lleno de licor y lo vuelve a beber. Aun lleva aquel vestido que había elegido, en la que se suponía que hoy sería una de las mejores noches de su vida. Sonríe por tan absurdo pensamiento. Revisa su celular y se da cuenta que son cerca de las 1 a.m. en la barra de notificaciones tiene más de 42 llamadas perdidas del que era su novio y 5 llamadas de su mejor amiga. Vuelve a ordenar otro trago al barman y empieza a recordar la traición que le había hecho. Hoy daría ese paso tan importante en una relación. Ya tenía un año de noviazgo, y para ella Miguel Brown era el hombre de su sueño, su príncipe azul. Estudiaban juntos en la misma carrera universitaria y por ende en el mismo salón. Él siempre la protegía, la cuidaba cuando enfermaba y jamás la presionó para que ella se le entregara, "El hombre perfecto" pensó. Lista para ese paso tan importante, asistió al departamento del que hasta ahora había sido su novio. Estaba apunto de tocar la puerta, cuando un mensaje le llegó al celular. Algo confundida, pero feliz a la vez, decidió abrirlo. Era un número que desconocía y un video con un contenido extraño. "Tienes que verlo" decía en el segundo mensaje. Presionó el botón y empezó a reproducir curiosa por saber de lo que se trataba. Era una reunión en la que se encontraban sus compañeros y entre ellos estaba su novio. - "Entonces, si consigues que Ashley se acueste contigo habrás ganado, pero si ella no lo hace, tú amigo mío, me darás toda tu colección de autos clásicos" - dijo Alex, uno de sus mejores amigos y m*****o del equipo de fútbol. - "Tenemos una apuesta. Haré que ella se entregue a mí sin que se lo pida" - respondió Miguel con el mayor de los descaros y alzó su vaso para beberlo como si se trata de un brindis. - "Espero que no pierdas esa colección cariño, Ashley es muy conservadora. Además, es muy inteligente para no darse cuenta" - dijo Carolay, la chica popular del salón. Se acercó a él y lo besó, él respondió aquel beso rodeándola por la cintura y disfrutando de aquel momento en que los amantes le veían la cara. El corazón del Ashley se arrugó por tal confesión, sentía que su corazón se rompía en mil pedazos, latía con mucha fuerza como si quisiera salirse de su pecho y sus ojos empezaron a mojarse, aunque no sabía si era por el dolor de perderlo o la rabia de su traición. Siempre había sido una apuesta, una absurda apuesta, todo lo vivido fue una mentira. Tomando con fuerza su celular, se quedó inmóvil, en ese momento la puerta se abrió. Miguel salió a recibirla con una gran sonrisa, pero bastante fue su sorpresa cuando vio el estado de Ashley. Su rostro estaba lleno de furia y tristeza a la vez. Vio el celular que tenía ella en su mano y escuchó la reproducción del video, en ese momento lo comprendió. -Déjame explicártelo - dijo Miguel apresurado. -¡¿Qué me quieres explicar? ¿Qué fui una estúpida en creer todas tus palabras? O ¿Qué estuve a punto de hacerte ganar esa apuesta?! - respondió Ashley con bastante furia, todo su cuerpo se había puesto firme y lo único que sentía en ese momento era golpearlo. - Las cosas no son así. Acepto que en un principio si fue una apuesta, pero te fui conociendo y me enamoré de ti, yo.. yo te amo Ashley - dijo con un tono de voz de arrepentimiento, mientras trataba de abrazarla. - ¡No me toques! - gritó ella, sus ojos emitían gran furia - No te vuelvas a acercar a mí en tu miserable vida, ni en esta, ni en la otra - tomó la valentía suficiente y salió corriendo del lugar, Miguel fue tras ella, sentía que le debía una explicación y no pensaba perderla. Ashley fue más veloz que él, tomó el autobús y se fue. No sabía cuál era su destino, lo único que sabía era que quería estar lejos, muy lejos. Fue así como llegó a otra ciudad. Entró a un bar que le pareció muy elegante. Jamás en su vida había estado en uno, tampoco había tomado alcohol, pero quería saber si era cierto que con tal elixir se libran las penas. Sólo bebió tres tragos, al final le pareció estúpido que el brebaje le ayudara con su problema de amor. Volvió a checar la hora y la barra de notificación, ahora tenía más llamadas. Guardó su celular, estaba dispuesta a marcharse. Ya era muy tarde y su amiga debería de estar muy preocupada por ella. Jamás se había pasado el límite de hora. Al querer levantarse, un joven se sentó a su lado. Él la había observado desde que ella entró al bar. Le llamó la atención la forma que estaba vestida. Era un vestido pasado de moda, de color pastel con algunas flores, le quedaba algo flojo de la cintura y le llegaba un poco más arriba de sus rodillas y además, utilizaba unas zapatillas del mismo color. Comúnmente las mujeres que asisten a ese bar visten de vestidos muy ajustados a sus cuerpos y que estén a la moda, de esta forma enseñan sus tributos de mujer. Pero ella, ella era diferente, se notaba que jamás en su vida había bebido, pues cuando lo hizo, su cara se arrugó por lo amargo y fuerte del whisky. - ¿Puedo acompañarte? - preguntó con una voz profunda y algo ronca. Ashley se sobresaltó al escucharlo. Regresó a ver y se sorprendió al verlo. Un joven de al menos 28 años estaba sentado a su lado. Su tez muy blanca, sus ojos eran oscuros, de cejas pobladas y pestañas risas. Rasgos finos, labios gruesos, una barba de candado recorría su quijada, su cabello castaño, alto y de cuerpo musculoso. Llevaba una ropa cara, eso se notaba de lejos. Respiró profundo y dijo con algo de dificultad. -Yo..yo ya me iba - puso sus cabellos detrás de las orejas. -Sólo acompáñame con este trago - dijo y le ordenó al barman servir dos Cocteles. -De acuerdo - respondió Ashley algo dudosa. Alzando el vaso, notó que este tenía un sabor diferente, era dulce y no amargo como los que había tomado. -¿Te siente mejor? - preguntó él, mientras sonreía placentero. -Mucho mejor - Ashley se dio cuenta que él había notado sobre la elección de tragos anteriores y se sonrojó por ello. - Bien, creo que deberías de irte. -Claro - dijo ella esforzándose por sonreír. Al estar de pie y apunto de marcharse, sonó su música favorita. Respiró hondo, tomó la valentía suficiente para acercarse a él y le dijo con una sonrisa, mientras estiraba su mano. - ¿Quieres bailar? Él sonrió ante su propuesta, tomó la mano de la chica y fueron al centro de la pista de baile. Al estar tan cerca de ella, notó la belleza de la joven. Su piel era blanca, el cabello color castaño, le llegaba por los hombros, de ojos dorados como la miel, labios gruesos y de mediana estatura. No aparentaba tener más de 23 años, todavía era joven. Sus cuerpos se movían al ritmo de la música. Ambos sonreían, olvidando todos sus problemas, dejándolos atrás. Sus cuerpos hablaron por ellos en aquella ocasión. Continuaron bailando, la música terminó y ellos se miraron a los ojos, sintiendo esas ganas inmensas de besarse. Él acercó sus labios a los de ella, ella no se rehusó y se unieron en un gran beso. Le gustó el sabor que emitían los labios de la chica, pues el whisky le había dado un sabor agridulce.
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