—¿Qué haces aquí? —Me enviaste un mensaje. —Te pedí que esperaras afuera de la casa de Elton —gruñe. —Nos verían —reclamo con voz baja, queriendo mencionar a Peter; sin darme cuenta, comienzo a frotarme los brazos. Evan rueda los ojos con gesto fastidiado y se desliza sobre el asiento. —Entra. Hago un mohín antes de abrir la portezuela para encaramarme dentro, no he subido la segunda pierna cuando él vuelve a hablar. —Si tienes un fetiche con ser violada, podrías decirlo. —¿Qué? —los colores me han subido al rostro y agradezco enormemente que el vidrio polarizado impida al chofer mirarme desde la cabina. Evan me mira fijamente. —Una cosa es dejarte a una calle de tu casa durante el día —replica con desdén—, otra muy distinta es que te expongas estúpidamente, niña. El cálido cosq