—El profe Roberts —dice Hillary de pronto, con convicción.
Doy un respingo, hincando los dedos en el pasto y embarrándomelos de tierra.
—El profe Harrison también es atractivo —replica Lisa.
—Pero el profe Evan es el más guapo de la facultad, amiga mía —corrige la rubia con tono solemne.
Mi amiga pelirroja continúa el debate, describiendo las características que ella considera agraciadas del maestro de patología, pero no le presto atención, es más, ni siquiera me acuerdo bien de las facciones de Harrison Geller.
Mi mente sigue plagada de la fotografía de una sola persona: el otro contendiente del despreocupado juego de mis amigas (idea de Hillary por supuesto).
Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento saltaron del top de los chicos más guapos de nuestra generación, a la califi
