Capítulo XXII Cuando me recuperé. Me encontré delante de… un fantasma. Caimán Crispy estaba sentado en el suelo como yo, con la espalda contra la pared que estaba enfrente de aquella en la que yo apoyaba la mía. El espacio no era más grande de una decena de metros cuadrados. Una potente lámpara en el techo iluminaba el angosto lugar, todo cubierto de húmedos ladrillos de un color rojo sucio. Debía estar en un lugar subterráneo, no había ventanas. Una pequeña puerta en la pared a mi derecha llevaba quién sabía a dónde. El espectro me miraba fijamente y yo abrí mucho los ojos debido al estupor. —Por fin se despierta, señor Velli —empezó con un tono monocorde y sin alma—. Ambos somos prisioneros de Nuto Marradi. Nos está observando —Levantó los ojos hacia una cámara que nos espiaba desde
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